No es el casamiento en sí mismo lo que mina el deseo y la voluntad de convivir con la misma persona, sino los problemas que derivan de la convivencia: monotonía, tedio y celos encabezan una larga lista, en la que cada uno de los cónyugues parece hacer un esfuerzo por poner en evidencia sus peores defectos.
Respetar los tiempos del otro y adaptarlos a los nuestros es fundamental para lograr una mayor armonía de la vida en pareja. Es un largo aprendizaje, pero nunca hay que dejar de lado su premisa fundamental: hacer de cada día del matrimonio el primero, en que lo principal era satisfacer nuestros deseos y anhelos, y los de la persona amada.Fuente:femenino.info
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