Jane Lubchenco, de la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos (NOAA, por siglas en inglés), dijo que la temporada -que se extiende del 1 de junio al 30 de noviembre- "podría ser la más activa desde que se llevan registros".
Además, la NOAA pronosticó que de tres a siete tormentas se convertirán en huracanes de categoría 3, 4 o 5 con vientos de al menos 177 kilómetros por hora.
Para que se cumplan estos pronósticos la agencia indicó que se deben dar tres condiciones climáticas clave: la debilitación de la corriente de El Niño en el Océano Pacífico, que lo hace menos capaz de frenar las tormentas en el Océano Atlántico; las temperaturas de las aguas atlánticas más altas, y la aceleración del ciclo tropical que se inició en 1995.
Por su parte, el portavoz del Centro Nacional de Huracanes para las zonas del Atlántico, Caribe y Golfo de México, Dennis Feltgen, señaló que todavía es prematuro decir qué zonas serán las más afectadas.
La NOAA indicó que esta temporada de huracanes podría ser la más activa desde que se llevan registros.
"En este momento, no se sabe qué área del Atlántico será más vulnerable. Todas tienen el mismo pronóstico, que incluye a Estados Unidos, México, el Golfo de México, el Caribe y Centroamérica", le indicó FeltgeN.
Con respecto a la incidencia que podría tener sobre el derrame de crudo que empezó el 20 de abril en el Golfo de México, el NOAA informó que el petróleo que permanece en el agua podría llegar a las costas transportado por los fuertes vientos y las tormentas, y podría ser dispersado y mezclado por las aguas en el interior del océano.
Aunque aclaró que el vertido es una amenaza "secundaria" en relación a las tormentas, ya que éstas provocan más contaminación y mayores peligros, como daños por los fuertes vientos y lluvias, y la formación de tornados en tierra.
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