La medida fue dispuesta por la Fuerza de Seguridad de las Naciones Unidas (Minustah) y el jefe de la Policía haitiana, Mario Andresol, para poder garantizar la seguridad en esta capital, que antes del sismo tenía una población estimada en tres millones de personas.
Después de las 6:00 de la tarde ningún particular puede transitar por las calles, facultad que solo tienen los miembros de la seguridad, y los helicópteros no podrán sobrevolar después de las 6:22 de la tarde.
Debido a la falta de energía eléctrica las noches oscuras constituyen un peligro en la capital haitiana.
Largas filas y taponamientos se producen en los alrededores de las estaciones de expendio de combustibles, lo que hace más dramática la situación de los habitantes en Puerto Príncipe. La desesperación de la gente hace que la entrega de raciones alimenticias sean jornadas de desorden, que muchas veces terminan en violencia y saqueos.
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