Londres/EFE.- La princesa Diana de Gales expresó a un abogado judío su pesar por haberse casado con la que calificó de una familia "alemana", en referencia a los antecesores germanos tanto de la reina Isabel II como de su esposo, el príncipe Felipe.
El abogado Anthony Julius, que ayudó a Lady Di en su proceso de divorcio del heredero del trono, Carlos de Inglaterra, así lo revela en el libro que ha escrito sobre el antisemitismo británico bajo el título de "Trials of the Diaspora" ("Vejaciones de la Diáspora").
Sobre su experiencia como representante legal de Diana, Julius, citado hoy por The Sunday Times, afirma que tuvo que hacer frente en Gran Bretaña "a una forma sutil de antisemitismo que no esperaba ni había experimentado antes".
La prensa llamó la atención entonces sobre su condición de judío y The Daily Telegraph, por ejemplo, le describió como "un intelectual judío y partidario de los laboristas" y escribió de él que "era menos probable que se guiase por consideraciones de juego limpio" que la "respetada" abogada del príncipe Carlos, Fiona Shackleton.
Sobre Diana, Julius dice que "estaba interesada en los judíos, pero no sabía nada de ellos salvo que había oído que los hombres judíos solían tratar a las mujeres más decentemente que los varones de su propia clase social".
"Le gustaba que los judíos odiasen todo lo que ella misma odiaba. Y en una ocasión me dijo que nunca debió de haberse casado con una familia germana", escribe Julius en su libro.
Según el abogado, "Diana vivía como en un limbo. Estaba insuficientemente educada, como es lo aprobado para las de su clase y su sexo. Pero era muy receptiva a las nuevas experiencias, por lo que a veces tenía extrañas fantasías".
"Tenía un enorme deseo de complacer, de hacer feliz a su interlocutor, pero a veces sin entender lo que pretendía la persona que tenía delante", escribe el abogado.
Y añade: "Era intuitiva, pero no acertaba siempre a la hora de juzgar a las personas. Y a veces se equivocaba totalmente, no sólo en las grandes cosas, sino al dar extrañas interpretaciones a estados de ánimo o sentimientos" de otros.
"Le interesaba todo lo que no pertenecía a su mundo, y tenía una tendencia a dar valor a una cosa sólo porque no formaba parte de su mundo (...) Ella no pertenecía a su mundo, ni a ningún otro. Vivía en un estado general de alienación, lo que no la impedía actuar con éxito en medios muy distintos", señala Julius.
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