JOHANNESBUERGO.- Sigue siendo el jugador más determinante, el más desequilibrante, el lado más afilado de la navaja argentina, pero Lionel Messi sigue negado con el gol, que busca en cada partido, pero que no llega.
A Argentina no le han hecho falta sus tantos pero al de Rosario le falta poner la guinda a un Mundial extraordinario, le falta redondear con el gol sus actuaciones sensacionales en las que ha
servido a sus compañeros pero en las que siempre se ha ido de vacío.
Frente a México en octavos de final volvió a buscarlo, dispuso de casiones, pero de nuevo se conformó con ser el asistente, el hombre que crea el peligro pero que ve como son sus compañeros los que
recolectan el fruto del gol.
De sus botas salió el primer tanto. Carlos Tévez recibió dos asistencias maravillosas del de Rosario. La primera, medida al hueco de la defensa mexicana que Tévez tocó lo suficiente como para que el
balón rebotara en el portero Pérez.
El rechace volvió a los pies de Messi que, de nuevo, se inventó un pase genial, una vaselina medida
a la cabeza del atacante del Manchester City que remató en posición de fuera de juego.
Messi también buscó el tanto personal. En la primera parte lointentó con un disparo lejano que atajó Pérez y algo similar le sucedió en las postrimerías del partido.
Esta vez fue el guardameta el que dejó a Messi sin su premio, como en el primer encuentro ante Nigeria, aunque el jugador del Barcelona también se ha estrellado contra los palos, y contra
defensores rudos que le han sometido a marcajes extremos.
Todo para parar a un jugador que, cada vez que recibe el balón, aumenta los decibelios de los estadios, alarma del peligro que lleva en sus pies, amenaza constante para las defensas adversas.
Messi abre la lata, desborda las zagas y obliga a contorsiones estratégicas a los rivales, lo que deja espacio a sus compañeros, que están aprovechando esas situaciones.
El equipo se beneficia de su juego, de su permanente sensación de peligro, pero Messi no marca.
Maradona no está preocupado. Tiene fe ciega en su "10" y recuerda que a él también le costó encontrar la portería en el Mundial de 1986 y acabó como máximo goleador albiceleste.
Y confía en que Messi siga su senda, que se haga con el peso del equipo, que muestre su personalidad y su madurez, que marque cuando Argentina lo necesite.
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