NOGALES, Sonora — Tan pronto les retiran las cadenas que llevan en manos y piernas, los casi 300 deportados que expulsa diariamente el estado de Arizona se convierten en la mercancía más codiciada de una lucrativa industria que ofrece regresarlos a sus pueblos de origen.
Como polleros que actúan en reversa, la ambición por acaparar los 1,500 pesos [125 dólares] que actualmente el gobierno mexicano ofrece a los repatriados ha generado un mercado negro de corrupción, estafas y hasta secuestros, donde los deportados terminan apenas con 300 pesos en la bolsa [25 dólares], el resto nunca pasó por sus manos.
“No mas me dijeron que me viniera para acá [la empresa de autobuses] porque me iban a llevar pal’ pueblo, pero si me ayudaron, me dieron 300 pesos pa’ la comida”, platicó Elfego Sánchez un inmigrante que se quebró ambas piernas intentando cruzar la frontera de Arizona.
Temerosos de que los deportados se gasten el dinero y no regresen a sus lugares de origen los dueños de empresas de transportes de Nogales, Sonora, ciudad que recibe el mayor número de deportados de toda la frontera, solicitaron a las autoridades que no se le entregara el dinero a los migrantes, y que en su lugar, les compraran los pasajes de autobuses para enviarlos de regreso a sus pueblos.
“Así estamos trabajando bien. El Servicio Nacional del Empleo me compra 20, 30 boletos diarios”, recalca Valente Camacho, propietario de la empresa Transportes Fronterizos de Sonora.
Mensualmente empresas como las de Camacho transportan a más 1,500 deportados a diversos puntos de la república mexicana, a un costo de entre 42 y 84 dólares dependiendo del destino al que viaje el pasajero.
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