Un hombre muy arrepentido se confiesa con un cura en la iglesia:
-Padre, he pecado. Ayer estaba solo en la casa con la niñera y, ¿usted sabe?, los dos solos, la casa sola...
-Pero, hijo mío, ¡qué terrible!
-No, padre, eso no es todo. Cuando se fue la niñera llegó una amiga de mi hermana, pero, como mi hermana no estaba, ¿usted sabe?, los dos solos, la casa sola...
-Pero, hijo mío, ¿cómo es posible?
-Pero es que no termina la cosa ahí, padre. Luego se fue la amiga, llegó mi novia y, ¿usted sabe?, los dos solos, la casa sola... ¿Padre? ¡Padre...! ¿Esta ahí todavía?
El hombre mira dentro del confesionario y no ve a nadie. Lo busca por todos sitios y, al mirar hacia arriba, ve que ha subido al campanario.
-¡Padre! ¿Qué hace ahí arriba? Baje, que aún no he terminado...
-¡De ninguna manera! ¿Tú sabes?, los dos solos, la iglesia sola...
lunes, 30 de noviembre de 2009
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