miércoles, 24 de noviembre de 2010

La cara de los desempleados.

LAURA RIVERA/EDLP

NUEVA YORK — José Mario Tapia fue despedido de un billar por negarse a trabajar siete días a la semana.

Comenzó como ayudante de mesero en el 2006 y fue asumiendo más responsabilidad: atendió clientes, limpió, arregló la plomería, y hasta revisó cuentas. Cuando se fue el cocinero hace par de meses, Tapia empezó a laborar hasta en su día de descanso, pero la semana pasada, decidió tomar libre el día que le correspondía. Al día siguiente, lo corrieron, (18 de noviembre).

Enseguida llamó a gente que ha conocido en su trabajo y consiguió una entrevista en otro billar, pero no hay nada garantizado.

Por lo pronto, a Tapia le alcanzan sus ahorros para pagar las cuentas hasta fin de año.

Su plan es hacer correr la voz entre sus contactos a ver si pueden abrirle oportunidades de empleo.

"Yo espero correr con esa suerte de encontrar trabajo pronto y con un poquito de mejores condiciones… Nunca digo no, digo yo voy a intentar", dijo José Mario.

"Deberíamos todos tener conciencia que nos necesitamos los unos a los otros, patrones y empleados".

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