Al sepelio asistieron además de los parientes y amigos, agentes de la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI) y otras personas que siguieron el cortejo fúnebre desde la salida de la funeraria Blandino de la avenida Abraham Linconl a bordo de motocicletas. Unos siete vehículos participaron en la procesión, que partió de la Funeraria Blandino encabezada por un vehículo Cadillac color blanco.
Entre los presentes en el entierro estaban una hermana de la víctima, Sandra González, quien dijo sentirse defraudada porque, a su juicio, en este país no hay justicia.
“Me siento defraudada de este país, no creo aquí en la justicia”, expresó.
El féretro con los restos del coronel González tenía encima un crucifijo bendecido por el Papa, el cual pertenecía a Madelin Bernard, quien resultó herida en el atentado del pasado 24 de diciembre y este martes seguía internada en un centro de salud privado.
En una oportunidad fue levantada la tapa ataúd para que una menor de edad, hija del asesinado pudiera ver el cadáver, el cual en la funeraria no fue exhibido. Al contemplarlo estalló en llanto y mostró asombro, debido a que estaba prácticamente irreconocible debido a los 16 impactos de balas que recibió. Uno de los presentes le aconsejó que recordara a su padre como figuraban en las fotos que le tomaron cuando estaba con vida.
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