lunes, 3 de agosto de 2009

Una madre cuyo hijo murió hoy en hospital Moscoso Puello, lanzó piedras contra médicos en huelga; emergencia del Luis E. Aybar luce desbordada



Santo Domingo/Deyanira Polanco y Rosé Paulino .- La muerte de un paciente que llegó ayer herido de bala al hospital Francisco Moscoso Puello en medio de la huelga que realizan los médicos provocó que la madre de la víctima descargara su ira contra los galenos que se encontraban sentados en uno de los laterales cumpliendo el paro, a quienes les lanzó piedras culpándolos de la muerte de su hijo.
Mientras en la emergencia del hospital Luis Eduardo Aybar unos 50 niños enfermos y sus madres copaban el área atendidos por media docena de médicos que lucían desbordados mientras sus colegas en huelga conversaban bajo un árbol en el exterior del centro.
La acción de la madre indignada que fuera de sí lazó piedras a los médicos provocó que estos salieran corriendo hasta que la señora, sólo identificada como Elba, fue controlada.


Al referirse al incidente, el presidente del Colegio Médico Dominicano, Waldo Ariel Suero, alegó que el fallecimiento de Edgar Faña Gómez, de 22 años, se produjo porque cuando llegó al hospital no tenía signos vitales y el corazón estaba destrozado por la bala que lo afectó directamente.
Indicó que cuando llegó el paciente lo subieron al quirófano, donde un anestesiólogo, un médico y un cirujano lo atendieron, pero que ya no era posible salvarle la vida, porque llegó en condiciones críticas.
LLANTO EN EL LUIS E. AYBARMientras Edgar Faña moría en el Moscoso Puello, cerca de cincuenta niños esperaban para ser atendidos en la emergencia del hospital Luis Eduardo Aybar con fiebre alta, congestión y otras dolencias . Pero en la parte frontal del centro se mantienen concentrados la mayoría de los médicos y enfermeras del centro en apoyo al paro que se prolongará por tres días más convocado por los gremios de la salud.
En la emergencia, cuya demanda se incrementó debido a que las consultas están paralizadas, se observan madres desesperadas, niños que tosen y lloran mientras un reducido grupo de especialistas, unos seis, hacen esfuerzos por atender a los pacientes.
En una pequeña sala de espera, unas veinte madres con sus niños, con edades desde un mes de nacidos hasta siete años, se quejan de no haber recibido asistencia y repudian el paro de los médicos.
Amantina Valdez pide que le atiendan a su niño de siete año quien fue diagnosticado con principio de dengue lo que le ocasiona una fiebre muy alta.
María Cuevas y Nuris Ferrera, ambas con sus niños congestionados, claman para que aunque sea un médico general las asista.
Pero, a su vez, el doctor Emignio Liria, delegado del CMD, reitera su apoyo al paro en los hospitales y llama al gobierno a “sensibilizar” su posición.
El contraste entre los médicos que tratan de atender a los pacientes y los que apoyan la huelga, salta a la vista. Los primeros, corren de un lado al otro, cual si tuvieran patines, tratando que responder a la demanda de pacientes y hasta les sobra tiempo para pasarle las manos y tratar de mimarlos mientras los atienden; por el otro lado, debajo de un frondoso árbol, en la parte frontal del hospital, los médicos que apoyan el paro conversan, hablan por teléfono, comprar jugos en una cafetería cercana y se quejan porque las autoridades no han atendido sus demandas de aumento salarial.

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