Belén (Cisjordania), (EFE).- Esperado
con enorme emoción por los miles de fieles que abarrotaban la plaza del
Pesebre en la ciudad palestina de Belén, el papa Francisco sacudió hoy
parte de los cimientos con dos gestos que probablemente desencadenen
nuevas polémicas.
El primero, poco después de que su helicóptero,
procedente de Ammán, aterrizara en la ciudad que vio nacer a Jesús sin
pasar antes por Israel, una decisión que ya había causado malestar entre
las autoridades israelíes.
Tras ser recibido por el presidente de la
Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abas, el pontífice se subió a
un automóvil descubierto para recorrer los escasos metros que separan
la sede de la gobernación de la Basílica de la Natividad, donde le
esperaban más de 8.000 fieles.
En un momento dado, al pasar junto al muro de
segregación erigido por Israel, el papa pidió al chófer que se
detuviera, bajó, se acercó a pie y oró en silencio por espacio de cinco
minutos, en un gesto que el portavoz vaticano, Federico Lombardi,
calificó de muy "simbólico".
Después, inclinó su cabeza y apoyó su frente sobre
el frío y gris hormigón, sin pronunciar palabra alguna pero dejando una
imagen para la historia.
"Este gesto ha sido para demostrar su
participación en el sufrimiento de esta tierra pero lo hizo de manera
silenciosa, orando como un símbolo del problema, de la visión que hay en
esta tierra", explicó Lombardi después a los periodistas.
El muro comenzó a ser construido por el Ejército
israelí en 2003, en plena Intifada palestina, y en la actualidad es una
combinación de hormigón, piedra y alambrada con concertinas que aisla la
mayor parte del territorio palestino y complica a diario la vida de
miles de personas.
Miles de ellas se agolpan cada mañana en las
puertas que controla Israel para tratar de cruzarlo en busca de trabajo,
asistencia médica o simplemente encontrarse con su familia o visitar
los Santos Lugares en Jerusalén.
Otras, como la familia Abu Mohor, que este domingo
compartirá almuerzo con el pontífice en Belén, han visto como su
construcción les ha privado de sus tierras.
Y puede dejarles sin muchas más si finalmente el
Tribunal Supremo israelí falla en junio a favor del Ejército, al que le
ha pedido que ofrezca una ubicación alternativa, en el litigio que
mantiene con los cristianos del valle del Cremisán, en el sur de Belén.
Conocido como el muro del apartheid por los
palestinos y barrera de seguridad para los israelíes, su trazado se
prolonga a lo largo de centenares de kilómetros y en julio de 2004 la
Corte Internacional de Justicia lo declaró ilegal y ordenó a Israel su
demolición.
Francisco guardó su segundo gesto, más
conciliador, para el final de la misa, justo antes de entonar el Regina
Coeli y después de hacer una cerrada defensa de la infancia, que dijo es
el termómetro que marca si la familia y la sociedad están sanas.
Con voz pausada y gesto serio, el pontífice invitó
a Abas y a su colega israelí, Simón Peres, a sumarse a un rezo conjunto
por la paz en Oriente Medio y ofreció "su casa", el Vaticano, para
llevar a cabo esta iniciativa.
"Muchos construyen la paz día a día con pequeños
gestos, pequeñas cosas, muchos de ellos sufren aun sin ser conscientes
de que son creadores de paz. Los que formamos parte de la iglesia
tenemos la obligación de convertirnos en herramientas para la paz,
especialmente a través de nuestras plegarias", afirmó.
Al hilo de este argumento, Francisco subrayó que
construir la paz "puede ser difícil, pero vivir sin paz es un
sufrimiento", antes de iniciar el rezo del Regina Coeli en la plaza del
Pesebre en Belén, adonde llegó hoy en la segunda etapa de su primera
peregrinación a Tierra Santa.
Minutos después, el propio Lombardi confirmó que
se trata de una invitación formal a ambos líderes para hablar de paz "en
un sentido religioso" y dijo que la intención del pontífice es que este
encuentro pueda tener lugar en el Vaticano en un breve espacio de
tiempo.
"En este momento, no recuerdo que haya habido una iniciativa de este tipo", agregó.
Con ambos gestos, que autoridades palestinas
dijeron a Efe haber acogido con satisfacción, Francisco vuela esta tarde
a Jerusalén, donde realizará el que la Iglesia católica considera el
acto principal de su peregrinación: el encuentro con el patriarca de la
Iglesia de Constantinopla Bartolomé I.
Antes, y por razones diplomáticas, deberá
aterrizar y despegar en el aeropuerto de Ben Gurión, donde saludará por
vez primera, en este periplo, al propio Peres y al primer ministro
israelí, Benjamín Natanyahu. EFE
Autor: Javier Martín
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