Cordero fue condenado a 15 años tras las rejas de los cuales ya lleva diez cumplidos, pero su peor calvario es que no puede olvidarse de que, sin quererlo, la noche del 10 de mayo del 1998 estaba “en el lugar equivocado y a la hora equivocada”.
Recuerda en una entrevista a un canal local de televisión en español que esa noche había muchos “muchachos” en el vecindario y él estaba tratando de cruzar la calle junto a un hermano, sin saber lo que estaba pasando.
“Cuando cruzamos, había varios carros de policía y de pronto, uno de los oficiales tomó a mi hermano por un brazo y lo halaba fuerte”, relata el prisionero boricua. Cordero narra que se acercó al uniformado para reclamarle que su pariente no había hecho nada y que no había razón para detenerlo.
La respuesta que le dió el policía fue la que él (Cordero) estaba siendo buscado para ser arrestado y acusado en conexión con el ataque a puñaladas a un residente de El Bronx. Después de apuntarle a la cara con su pistola, el agente lo esposó y se lo llevaron al cuartel.
Se encuentra recluido en una cárcel de la parte alta Norte del Estado (upstate) donde purga los 15 años a los que fue condenado después que un juez lo hallara culpable de intento de asesinato.
A pesar de haber pasado ya una década en los barrotes, Cordero sostiene que mantendrá la lucha por la inocencia porque ese crimen él nunca lo cometió. Una apelación de su caso ha sido elevada a los tribunales federales.
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