Redes de pesca, embarcaciones rápidas, tiburones y arpones, éstas son las palabras que probablemente crucen su mente cuando piensa en lo que le puede hacer daño a las ballenas.
Sin embargo, un grupo de científicos del Instituto de Conservación de las Ballenas (ICB) en Argentina, encontró que hay algo más que las afecta: las gaviotas.
En lo que parece un fenómeno único en el mundo, las gaviotas cocineras en la Península Valdés, en el noreste de Argentina, picotean el lomo de las ballenas francas australes vivas mientras éstas flotan en el mar, en un intento por alimentarse de la piel y de la grasa de estos mamíferos.
El ataque de las gaviotas puede dejar huecos en el cuerpo de las ballenas de hasta medio metro de largo.
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El picoteo afecta a las ballenas cuya reacción es la de arquearse inmediatamente tras el dolor que produce el ataque.
Pero la situación afecta también a las crías, que son más vulnerables. El lomo de algunas de ellas, podrían asemejarse a un “queso Gruyère”, según los expertos, debido al número de lesiones que presentan.
Cambio de comportamiento
Si bien es cierto que las heridas producidas por el picoteo pueden llegar a sanar, la coordinadora general del ICB de Argentina, Roxana Schteinbarg, le dijo a BBC Mundo que el aspecto que más preocupa a la comunidad científica es que este hostigamiento produce alteraciones en el comportamiento de estos mamíferos.
Schteinbarg -quien se encuentra en la ciudad de Madeira, en Portugal, en el marco del encuentro anual de la Comisión Ballenera Internacional- señaló que las ballenas y sus crías dedican un 30% del día a huir del hostigamiento de las gaviotas.
Península Valdés es un área de reproducción y crianza de ballenas, allí madres y crías pasan la mayor parte del tiempo descansando.
En esa área las madres amamantan a sus crías hasta que éstas crecen y se encuentran en condiciones de migrar hacia las áreas de alimentación.
Durante este tiempo no se alimentan sino que viven de la energía acumulada en su capa de grasa.
“Debido a los continuos ataques que reciben las ballenas de las gaviotas, éstas escapan de los ataques y eso significa que están utilizando energía que deberían estar dedicando al amamantamiento de sus crías”, indicó la experta.
A su vez, las crías -que deberían estar siendo amamantadas y reposando- gastan energía huyendo del hostigamiento y tienen visiblemente un menor peso. “Esto nos da temor por la supervivencia de las ballenas y sus crías”, señaló preocupada Schteinbarg.
Sin embargo, el impacto del picoteo de las gaviotas sobre el lomo de las ballenas también ha provocado un cambio en la posición de descanso de estos mamíferos.
“Hace unos 20 años, cuando las ballenas francas descansaban, parecían grandes submarinos en la superficie y ahora la gran mayoría de los adultos ha tomado una posición de galeón, o sea, arqueada para dejar una menor superficie expuesta al ataque de las gaviotas”, le dijo a BBC Mundo.
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Más picoteos
De acuerdo a las cifras del ICB de Argentina, cuya investigación se centró en el seguimiento visual a pares de madres y crías con el uso de binoculares y telescopios, la proporción de ballenas con marcas producidas por el picoteo de gaviotas entre 1974 y 2008 aumentó a ritmo constante: del 1% de ballenas en 1974 al 37,8% en 1990; un 67,6% en 2000 y el 76,8% en 2008.
El aumento en los ataques se puede atribuir, de acuerdo con Roxana Schteinbarg, al incremento de la población de gaviotas atraídas a su vez por la mayor la cantidad de residuos tanto urbanos como pesqueros en el área.
Entre los métodos propuestos para poner fin al fenómeno, se encuentra el de asustar a las gaviotas a través de sonidos para que se alejen de las ballenas, pero la gaviota –que es también una especie autóctona- es sólo parte de la diversidad de aves en la zona, por lo que otras aves también podrían verse afectadas.
Schteinbarg indicó que aunque las autoridades de la provincia del Chubut han tomado medidas vinculadas al manejo de los desechos, el problema del hostigamiento de las gaviotas a las ballenas ya está establecido. “Es un comportamiento casi natural en las gaviotas de Península Valdés”, señaló a BBC Mundo.
Apuntó además que la solución es compleja ya que no todas las gaviotas atacan a las ballenas. “Hay especialistas dentro de la colonia”, agregó.
Nadie sabe a ciencia cierta que pasará en el futuro, lo que sí queda claro es que el reto que enfrentan los científicos argentinos es único. No hay ningún tipo de antecedente similar en otra parte del mundo que pueda servir como guía o parámetro para atacar el problema y tratar de encontrarle una solución.
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