lunes, 8 de junio de 2009

Amor constante más allá de la muerte

SANTO DOMINGO. Está circulando en la red una conmovedora secuencia de fotos que muestra a un ave interactuando con otra moribunda, en lo que millones de personas han interpretado como una hermosa historia de amor que no termina con la muerte. Tal vez no debería matarle la ilusión a tanta gente buena, pero, como dijera el filósofo: "Amicus Plato sed magis amica verita" (Amigo de Platón, pero más amigo de la verdad").

Suelo poner a mis estudiantes de Conducta Animal este ejercicio: Les pido que describan mi conducta mientras me pongo a caminar de una esquina del salón a la otra mientras me llevo las manos a la cara mostrando una expresión facial adusta y seria. El 90% responde que estoy ansioso, preocupado o nervioso. Se sorprenden cuando les doy la descripción correcta: "Observo a una persona que camina de un lado a otro". Punto. Lo demás es interpretación. Que puede ser muy válida pero que no pasa de eso. Claro, sabemos que cuando las personas a veces actúan así es porque están nerviosas o preocupadas, pero eso es una hipótesis, no un hecho.

El episodio que cito en el primer párrafo es un ejemplo de este mismo error, con la agravante de que perpetran la distorsión conocida como "antropomorfismo", que consiste en explicar la conducta de los animales desde nuestra perspectiva humana, estrategia que dificulta la comprensión del comportamiento de los animales.

Volvamos a nuestra historia inicial. En la primera foto aparece una golondrina, al parecer herida, tirada en el suelo, con esta leyenda: Ella está gravemente herida. En la foto siguiente se ve otra ave que llega y se sube sobre la herida. Al pie de la foto se lee: "Él le trae comida y se ocupa de ella". Otra leyenda reza: "La próxima vez que le trae comida ella está muerta. Él trata de moverla, quiere que reaccione; pero todo es inútil". La foto siguiente es casi idéntica, sólo que el ave sana aparece con el pico abierto y esta frase al pie: "Él no se conforma, se para a su lado y grita con todas sus fuerzas para que ella se despierte y se mueva". En la última foto, él aparece al lado del cadáver con el pico abierto. La interpretación final es desgarradoramente antropomórfica: "Finalmente, viendo que ya no puede reaccionar, se para a su lado gritando su desolación".

Ni una sola de estas interpretaciones es acertada. El ave herida, cuyo sexo es imposible de determinar pues en esta especie no hay diferencias externas entre macho y hembra, está ciertamente agonizante. La escena donde el macho supuestamente la alimenta no es tal. La reacción de la herida es defensiva ante un extraño que se acerca agresivo, lo que prueba que no se trata de una pareja. La escena en la que supuestamente él trata de moverla muestra un cuadro de acoso sexual: Al ver al otro tirado (no tiene necesariamente que ser hembra) se confunde y cree que se trata de una hembra en postura copulatriz (agachada) y trata de copular con ella. Es una pauta fija de acción, una conducta estereotipada muy común en las aves. En la paloma común, cada vez que un macho ve a otra paloma echada en el suelo, trata de montarla. De modo que lo que tantos millones de personas interpretaron como una prueba de amor puro más allá de la muerte, corresponde más bien a una violación (posiblemente homosexual) de una víctima moribunda, lo que pudo haberle acelerado la muerte. "¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza!".



De Simón Guerrero

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