Durante los últimos 20 años, los archivos de la crónica negra dominicana han enriquecido sus registros con sucesos estremecedores que marcan un cuadro espeluznante de la saña humana, y han mostrado cómo, entre espacios y tiempo, el crimen se dispara como epidemia y corta vidas por medio de balas, con su hedor a pólvora, o al corte de cuchillo, un cordón alrededor del cuello para estrangular, o un rociado de gasolina que carboniza cuerpos, dejando atrás una espantosa escena de horror y muerte.
La forma como terminaron la vida muchas víctimas de estos crímenes fue tan sobrecogedora que centraron la atención pública durante buen tiempo, y obligó a las autoridades a una investigación a fondo para desentrañar cada caso.La mención de algunos de estos sucesos refrescan la memoria de los escenarios más terribles que pudieron haber vivido aquellos que, sin salida, más que cruzar la puerta hacia la muerte, cayeron en manos de matones sin piedad.
Desde hace mucho tiempo, los crímenes han seguido una sucesión parecida a brotes epidémicos. Aparecen en un área geográfica y se repiten durante períodos cortos. Luego se aplacan. Y después rebrotan. Y como fenómeno bastante raro, cuando empiezan por unos segmentos o grupos sociales, género y edades, se replican durante otro lapso, y después paran. Se detienen y otra vez repuntan como una plaga. Como está sucediendo estos días con brutales asesinatos de chicas, muy jóvenes, bellas, cuyos cuerpos terminaron lanzados a orillas de ríos, matorrales, o sepultados, horriblemente desfigurados.
Caso del niño Llenar Aybar
El crimen del niño José Rafael Llenas Aybar, ocurrido en 1996, se convirtió en uno de los más aflictivos sucesos vividos en el país durante las últimas décadas. Nacido de una familia de clase media/alta, este pequeño tuvo un final espantoso: Tenía 34 puñaladas en su cuerpecito, envuelto en cinta adhesiva, con manos y pies atados, entre las aguas de Arroyo Lebrón, al noroeste de Pedro Brand. Por este hecho fueron condenados a 30 y 20 años, respectivamente, Mario José Redondo Llenas, su primo (que ya cumplió su condena), y Juan Manuel Moliné Rodríguez.
Claudio Naco, el cubano
Tres jóvenes de 18, 19 y 20 años asesinaron el 13 de diciembre de 2013 al presentador de noticias Claudio Nasco, de origen cubano, en un hecho vinculado a una relación sexual. Estos son: Oscar Pérez (Yandel), de 19 años; Luis Manuel Estévez Ponciano (Macuto o Anderson), de 20 años, y Joel Rafael Miliano Rodríguez (Pateo), de 18 años, quienes admitieron haber cometido el crimen. El cadáver de Naco apareció amarrado, con múltiples heridas de arma blanca, en la habitación número 11, de la cabaña (motel) Chévere, en la avenida 30 de Mayo, de esta capital.
Micky Bretón
El asesinato del productor de televisión, Micky Bretón, en noviembre de 2009, fue un suceso impactante por la saña en que fue ejecutado. Recibió 13 heridas punzo-cortantes y golpes contundentes en la cabeza.
Vanessa Aybar Ramírez Faña
El asesinato de esta chica, de 18 años de edad, estremeció Santiago. Fue asesinada en junio de 2006 y en la confesión del crimen sus autores revelaron que lo hicieron para robarle su celular. Era estudiante de tercer semestre de medicina, con un índice de 3.5. Estudió Esperanto y se graduó de francés en la Alianza Francesa.
Querían drogas...
y mataron a Requena
Kaysha Patricia Requena Grullón
Esta joven, víctima de un asalto, era gerente de recursos humanos de un banco privado. Dos delincuentes la mataron en el ensanche El Millón, del Distrito Nacional. Cuando fueron interrogados confesaron que la mataron porque buscaban dinero para comprar droga.
“Cara de Beta”, uno de los malhechores actuantes en el crimen, confesó que el objetivo del asalto era obtener dinero para “meter drogas”. Kaysha se había graduado con honores de la carrera de Psicología Industrial en la Universidad Católica de Santo Domingo.
La muerte de una Amet
Otro caso que registró mucha atención y causó mucha indignación ocurrió el 26 de mayo de 2014. Mercedes del Carmen Torres Báez, una segundo teniente de la Policía adscrita a la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), fue asesinada por dos individuos, para robarle su arma, mientras dirigía el tránsito a la salida del puente Francisco J. Peynado, en Villa Mella, próximo al Polvorín.
Este crimen consternó al país. Fue una oficial querida y admirada por sus compañeros de arma y su vecindario.
Del hecho fueron imputados Juan Carlos de la Cruz Adames (Jancarlos), de 21 años, y el menor Wandy Sánchez. Menos de una semana después, ambos fueron abatidos por la Policía. Torres Báez apenas tenía un mes de ingresada en la Autoridad Metropolitana de Transporte, recibió un disparo en el brazo izquierdo que le penetró en el tórax dañándole varios órganos. Torres Báez, tenía 41 años.
La muerte de Lohara
San Francisco de Macorís se levantó a gritos tras conocer del asesinato de la estudiante de arquitectura Lohara Tavárez, raptada y asesinada el 5 de noviembre del 2009. Su cadáver fue abandonado en unos matorrales del tramo carretero Las Cejas-El Pozo. La autora intelectual de este crimen es Marizán Flores, que lo ordenó al oponerse a una relación de amistad entre su hija y Lohara.
Ahora, Marizán Flores cumple una condena de 20 años de cárcel. La ira de los francomacorisanos se encendió más al revelarse que a Lohara le aplicaron golpes contundentes y heridas con objetos filosos, destornilladores y tijeras.
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