lunes, 26 de octubre de 2009

Elvira cuenta su historia en documental.


MÉXICO, D.F/Gardenia Mendoza Aguilar/Corresponsal de La Opinión . — Elvira Arellano se levanta diariamente a las 6:00 de la mañana para matar, desplumar y destazar los pollos que venderá en un pequeño local que improvisó en su casa de Maravatío, Michoacán, de donde es originaria y a donde regresó con su hijo Saúl desde que fue deportada de Estados Unidos, en agosto de 2007.

También de vez en cuando se da tiempo para promocionar el documental “Elvira” -de Javier Solórzano Casarín- sobre su historia como activista social en Chicago, impulsora del nuevo movimiento Santuario y la mujer que dio cara a las más de 3,000 familias desintegradas por la expulsión de los padres de origen mexicano.

¡Apúrate con esa tarea!, pide a Saúl vía telefónica mientras responde preguntas de curiosos que acudieron a la presentación del documental en el Festival Internacional de Cine del Distrito Federal, el pasado 18 de octubre.

Aquel muchachito delgado y de rostro triste que dio fuerzas a su madre en las marchas a favor de los inmigrantes y en el encierro de un año en la iglesia Metodista Unida Alberto en Chicago tiene hoy once años. Elvira —madre soltera de 34 años— intenta darle todas sus atenciones, después de dos años de intensa actividad a favor de una reforma migratoria.

“Después de todo yo sólo quería darle calidad de vida a mi hijo, no importa el tipo de trabajo que tenga que hacer”, comenta Elvira sobre la esencia de su lucha y de regreso al origen. Por eso ahora vende pollo al romper el alba en Maravatío, su pueblo de 26,000 habitantes. Más tarde, alrededor del medio día, mientras atiende otro negocio de venta de ropa y chucherías para regalos, escribe una columna periodística para EL DIARIO/LA PRENSA, de Nueva York, y hace la preparatoria en el sistema abierto, vía internet.

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