martes, 27 de octubre de 2009

El negocio ilegal del carbón rivaliza con el de las drogas .

Jimaní/Ramón Pérez Reyes .- El carbón que se obtiene de la quema de árboles se ha convertido en un lucrativo negocio para bandas organizadas de haitianos y dominicanos que rivalizan por su distribución y comercio.

A esto se debió el hecho de sangre ocurrido la pasada semana donde murieron a tiros tres ciudadanos haitianos, según el testimonio de munícipes de esta localidad, a quienes se les preguntó sobre las causas de la acción violenta.

Según explican, el tráfico de carbón hacia Haití o para el consumo local rivaliza, por el volumen de ganancias, con el de las drogas, armas de fuegos, electrodomésticos, bebidas y productos comestibles, como el arroz y otras formas de comercio ilegal que se dan en esta zona.

En Jimaní se produce el mayor mercado fronterizo, después del de Dajabón, y el contrabando es la opción que utilizan algunos grupos que actúan al margen de la ley. La rivalidad por la territoriedad o repartición de los lugares donde se hacen los hornos del carbón muchas veces genera violencia, aunque nunca como lo ocurrido esta vez.

En el comercio del carbón participan varios intermediarios, desde el dominicano que contrata a los haitianos para que construyan los hornos, hasta los haitianos que compran y luego revenden el producto en su país.

Se calcula que un saco de carbón es comprado a 250 gourdes, unos mil pesos dominicanos, pero su precio puede alcanzar hasta los mil quinientos pesos en la vecina nación.

CIENTOS DE SACOS EN LA “TIERRA DE NADIE”
En la frontera, específicamente en la parte a la que se llama “Tierra de Nadie”, por quedar situada en medio de las dos aduanas, se pueden observar cientos de sacos de carbón almacenados, a la esperas de ser trasladados hacia Haití.
Uno de los principales componentes que originó esta situación es el económico, la mayoría del pueblo haitiano no tiene estufa y el carbón es el único medio para cocer sus alimentos.

Una gran parte de los haitianos vive con menos de dos dólares diarios y la tasa de desempleo está por encima del 60 por ciento, según reiterados estudios del Banco Mundial, que colocan Haití como el país más pobre de América.
Haití encabeza la lista de los países con mayores índices de deforestación en América Latina y el Caribe, según un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), realizado en el 2002.

Dice además que en los últimos 50 años, el 18 por ciento de los bosques de la Hispaniola ha sido eliminado por sus habitantes que talan los árboles para producir energía y para urbanizar sus zonas campestres.

El dinero obtenido por la venta de tan solo tres sacos de carbón es superior al salario que devenga en un mes un guardia forestal, la persona que en estos lugares tiene la responsabilidad de cuidar los bosques.



Carbón y Contrabando
El carbón vegetal es utilizado para cubrir la mayor parte de las necesidades energéticas en Haití. También de muchas poblaciones fronterizas y de comunidades en República Dominicana. Debido a su utilidad para la vida de miles de personas, el traslado del carbón se ha convertido en un negocio de grandes beneficios económicos.

Cada día los sacos de carbón son trasladados desde poblaciones dominicanas, como Las Treinta y Nueve, Las Cuarenta, Boca de Cachón y Tierra Nueva, hacia destinos en Haití, como Fond Parisien y Puerto Príncipe, los grandes centros de distribución. El Lago Sumatre o Azuey, que va desde Jimaní y se adentra en gran parte del territorio haitiano, es utilizado para este tráfico de carbón en barcos de velas o pequeñas embarcaciones movidas por remos.

A pesar de estar ubicadas en territorio dominicano, Las Treinta y Nueve y Las Cuarenta están poblados de ciudadanos haitianos que viven de la venta del carbón. Esos lugares se han convertido en los grandes centros de depósito. Según el estudio “ATLAS de la Pobreza” publicado por Onaplan en el 2005, el 70 por ciento de los habitantes de la zona fronteriza es pobre, un 20 por ciento es indigente hasta el punto de que uno de cada cinco habitantes no garantiza su manutención física.

“En este lugar la gente no tiene que comer, entonces se ven en la necesidad de hacer un horno para vender carbón, pero no saben el daño que están haciendo a la naturaleza”, explicó Santos Novas Matos la Cruz, un agricultor de la zona, hablando para el documental “Bosques de Humos”, que se difundirá próximamente y donde se planea el tema del negocio del carbón en la frontera.

En el trabajo audiovisual de Luis Manuel Ferreras y Ramón Pérez Reyes se tomaron en video y fotografías las rutas que hacen para transportar el carbón desde República Dominicana hacia Haití.

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