jueves, 21 de octubre de 2010

Pedigüeños entrenados hacen la misma ruta diariamente.

De OMAR SANTANA
LOS ALCARRIZOS. Son las 7:55 de la mañana y "Johnny" -nombre supuesto- llega al punto de encuentro de los niños haitianos de la calle: Avenida Duarte esquina Respaldo John F. Kennedy. Johnny es un limpiabotas de diez años y es el primero de los 22 chicos que salieron en la mañana de ayer de los barrios El Chucho y Los Rieles, en Los Alcarrizos, hacia el Distrito Nacional en las próximas dos horas.

Johnny habla un español criollo perfecto. Cuenta que nació en Haití (no sabe dónde) y fue traído hace un tiempo que él no puede determinar. ¿Tienes padres? "Yo no tengo papá. Vivo con Tío Chelo y su mujer en Los Rieles", dice con una voz apagada sin desayunarse. De su caja de limpiabotas saca, junto a los enseres, un casco de botella. Lo lanza hacia las jardineras de un parque en el puente de nombre "Los Rieles": "Es para un muchacho que me está molestando", explica tímidamente.

Comienza a limpiar zapatos y a murmurar respuestas. ¿A dónde vas? Al 9 (parada de la Duarte). ¿Todo el día? Sí, hasta la siete. ¿Y dónde comes? Allá, a 50 pesos un plato de arroz y ahí abajo en la Kennedy (de Los Alcarrizos) unos espaguetis por 25 pesos. ¿Cuánto ganas? A veces 160 y 170, así. ¿Tú estudias? No. ¿Y qué haces con el dinero? Compro comida y lo otro Tío Chelo lo guarda. ¿Sólo vives con tu tío? No responde. ¿No hay más niños donde vives? Tengo un primo que trabaja igual que yo, pero vive en Buenos Aires (de Herrera). ¿Dónde está tu mamá? Yo no sé. ¿Y no tenías mamá en Haití? Sí. ¿Y quién te trajo? Un hombre en una guagua. ¿Tío Chelo? No. ¿Querías venir? No.

Termina de cepillar los zapatos. Recibe diez pesos como paga y da las gracias. Después cruza la calle del barrio El Chucho hacia un colmado, compra una funda de agua casi helada. Bebe una parte, luego se lava las manos, los pies y se pone las chancletas.

La hora del encuentro

A las 8:15 de la mañana arriban tres niños más pequeños que Johnny. Comienzan a jugar. Por momentos en el corretear bajan a la calle y se tiran al asfalto, pero rápido vuelven y se levantan. A la 8:37 a.m. se suman dos adolescentes. Cinco minutos más tarde, una guagua con destino a la avenida Duarte del Distrito Nacional se lleva a los niños, también a "Johnny".

A las 8:45 a.m. llega un niño. Dos minutos más tarde son avistados cuatro niños fáciles de reconocer: Son los que siempre están en la avenida Abraham Lincoln cerca de la Max Henríquez Ureña. Son más jóvenes que todos los demás. Se agarran de las manos y cruzan la transitada avenida Duarte. No hablan, y notan la presencia del fotógrafo, se ponen hostiles, pero el más pequeño traiciona con una sonrisa al grupo y admite que van a la Abraham Lincoln. El niño habla otra vez y asegura que vive con un hermano mayor que él.

En menos de diez minutos llegan otros cuatro niños, se marchan en dos guaguas. Todas van para la Duarte. Entre las 9:10 y 9:25 de la mañana llegan otros cinco que dicen que se quedaron dormidos y por eso están atrasados. Estos dicen que no tienen para el pasaje, pero al poco tiempo se van en una voladora. Evitan decir dónde viven. Son casi las diez de la mañana y ya no hay más niños.

La mayoría de ellos se negaban a responder preguntas, aún fuera en bromas. Siempre abordaban las guaguas en grupos de cuatro y cinco. Cuando eran menos de tres, esperaban por otros para subir a los autobuses de la ruta.

La mayoría de los niños llegaban al lugar por la calle Respaldo John F. Kennedy, una vía sin asfalto que desemboca y cruza el barrio Los Rieles, uno de los más peligrosos de Los Alcarrizos. Dos salieron de la calle Mueses, paralela a la John F. Kennedy y uno por el sector El Chucho, a través de la calle del mismo nombre.




De acuerdo con residentes de la zona, las mujeres haitianas que mendigan en las calles con bebés en los brazos, frecuentemente salen antes de la seis de la mañana. Salen temprano porque caminan gran parte del trayecto. Los niños llaman a su grupo "El Corillo". Los pocos que hablaron con DL admitieron haber nacido en Haití y que fueron traídos por familiares, en algunos casos no eran sus padres.

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