La anorexia nerviosa se puede considerar como una alteración por defecto, de los hábitos y/o comportamientos involucrados en la alimentación. Las personas que lo padecen dedican la mayor parte de su tiempo a temas alimentarios y todo lo que esté relacionado con ello. La preocupación por la comida y el temor a ganar peso forman lo esencial de este trastorno. Niegan la enfermedad y se perciben gordas en alguna parte de su cuerpo a pesar de presentar un aspecto esquelético.
El sufrimiento o dolor mental de la paciente con anorexia son diferentes de la que padece una bulimia. La primera, con una anorexia en curso, sufre intensamente, aunque es poco consciente de ello y tiende a percibir el conflicto entre ella y sus padres a quienes acusa de no entenderla y estar empeñados en una hipotética enfermedad, cuyo nombre y características conoce aunque duda de padecerla. La paciente bulímica puede haberse engañado mucho tiempo, pero cuando consulta, expresa con claridad su sufrimiento y manifiesta estar dispuesta a afrontarlo. Quiere ayuda y no siempre está dispuesta a realizar los esfuerzos que el tratamiento exige. Ambas deben ser ayudadas a frenar un proceso que no controlan.
El tratamiento de bulimia y anorexia generalmente consiste en: Psicoterapia individual, de grupo y/o familiar, Orientación nutricional. Se debe establecer un plan a seguir bajo supervisión de un terapeuta. Debe seguir las siguientes pautas:
- Regularidad en las consultas individuales o familiares.
- Disciplina en las dietas, y con las hospitalizaciones si son necesarias.
- Fortalecer la personalidad.
- Hacer una vida social normal.
- Voluntad en llevar una pauta de tratamiento.
- Control médico.
- Confianza en el entorno familiar.
- Control de peso en los objetivos proyectados.
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