viernes, 10 de febrero de 2012

Vivir para contarlo: relato de un yolero.

POR: José Acosta/EDLP

Nueva York/EDLP.- Han pasado 25 años desde que el bodeguero Juan Ortiz, de 48, arriesgó su vida en un yola para llegar a Puerto Rico desde la República Dominicana, y cada vez que se entera de una nueva tragedia ocurrida en esta travesía, como la del reciente naufragio que hasta el momento le ha costado la vida a 50 personas, le llegan a la memoria los momentos terribles que vivió abordo de una de estas frágiles embarcaciones.

"El viaje fue organizado con gente de mi barrio, en San Francisco de Macorís, y partimos desde la costa de Sabana de la Mar en un grupo de 110 personas", recordó Ortiz.

El bodeguero reveló que como la yola era demasiado pequeña para el número de personas, todos viajaban en estado de hacinamiento, y no pasó 15 minutos desde la partida cuando la embarcación comenzó a llenarse de agua, y ante el pánico de los viajeros que temían un naufragio, el yolero tuvo que devolverse y ya en la playa pidió que una parte se quedara voluntariamente.

"Quince personas se apearon y continuamos el viaje", dijo Ortiz. "Pero con todo, debido al fuerte oleaje, que a veces alcanzaba la altura de una casa, la yola se llenaba constantemente de agua, y nosotros teníamos que sacarla con unos cubos. Yo me pasé todo el camino sacando agua", señaló.

Ortiz dijo que todo el trayecto se realizó bajo la amenaza de un posible hundimiento, ya que enormes ola golpeaban constantemente la embarcación. El viaje duró unas siete horas.

"La yola nos dejó, a eso de la una de la madrugada, en la costa de Puerto Rico, en Aguadilla, y desde que llegamos nos echamos a correr en todas direcciones, para evadir a las autoridades de migración y la policía", dijo Ortiz.

"Yo tuve la suerte de que encontré un puertorriqueño que me dio alojamiento en una casita que tenían en la parte de atrás de la casa, junto con otros tres viajeros, y por $50 dólares nos repartió a cada uno", dijo Ortiz, quien en ese momento tenía a su madre y otros familiares viviendo en Puerto Rico.

Ortiz dijo que arriesgó su vida en una yola por razones económicas, pero que él no lo volvería hacer ni recomienda que corran el riesgo.

"Cuando uno está allá (en RD) uno dice: 'Yo voy a Nueva York a buscar lo mío', porque uno ve que la gente que llega de Nueva York está brillante y con dinero y uno quiere brillar también", dijo Ortiz. "Pero no vale la pena arriesgar la vida en una yola, yo no lo volvería hacer", aseguró.

A qué costo

En 1987, el viaje le costó a Ortiz 3,000 pesos dominicanos (unos $200 en aquella época).

Uno de los supervivientes del naufragio de la yola del sábado pasado, Daniel Cepeda, dijo que pagó 30,000 pesos (unos $770), por el viaje. La yola naufragó frente a las costas de Samaná, en la provincia de Hato Mayor. El naufragio se produjo, según aseguró Cepeda, cuando la parte baja de la rudimentaria embarcación se quebró y el agua empezó a entrar provocando su hundimiento.

Ortiz duró dos años en Puerto Rico, hasta que hizo su residencia legal gracias a una amnistía, vino luego a Nueva York, donde se ha ganado la vida como taxista y bodeguero.

"Hasta ahora no he conseguido dinero, pero he podido ayudar a mi mamá y tenemos una casa en República Dominicana, que es una de las metas de todo el dominicano que busca ir a Nueva York", dijo Ortiz.

Los viajes ilegales de dominicanos hacia Puerto Rico en pequeñas y frágiles embarcaciones se mantienen desde hace décadas en la nación caribeña separada del territorio puertorriqueño por el canal de La Mona de unos 100 kilómetros de longitud.

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