jueves, 17 de enero de 2013

La historia del niño de diez años que asesinó a su padre.

El progenitor, un líder neonazi, lo educó violentamente y le enseñó su ideología de extrema derecha.

El primero de mayo del 2011, Jeff Hall dormía, borracho, en el sofá de su casa, en Riverside, California. Aunque este hombre de 32 años hacía alardes públicos de sus convicciones nacionalsocialistas y de morir por esta causa, nunca imaginó que su hijo, para entonces de diez años y a quien había adoctrinado con ideas de supremacía blanca, acabaría con su vida.
Por la profundidad de su sueño y la inconsciencia generada por el alcohol, Hall, reconocido líder del Movimiento Nacionalsocialista (NSM), no sintió que Joseph se acercaba cargando su revólver .357, que disparó en su cabeza. El estadounidense, padre de otros cuatro menores, falleció de inmediato.
El parricidio del líder neonazi no pasó desapercibido en Estados Unidos. En un principio se especuló que el crimen había sido un accidente o que era consecuencia de la educación violenta y racista que el hombre les inculcó a sus hijos. Pese a su corta edad, Joseph fue recluido inmediatamente en un centro de detención para jóvenes.
La defensa del menor argumentó que este no sabía las diferencias entre el bien y el mal, y que su actuación era consecuencia de la formación extremista que recibió de su progenitor. El caso de Joseph Hall se centró, entonces, en la intencionalidad que pudo haber tenido el acusado para cometer la fatal acción.
De hecho, a partir de ese postulado, la Fiscalía puso sobre la mesa su hipótesis, basada en que el menor era consciente de su proceder: Joseph tenía antecedentes de agresividad desde antes de cumplir los 18 meses, fue expulsado de ocho colegios y en el preescolar le clavó un lápiz a su profesora.
"El menor sabía que lo que hizo estaba mal", dijo la jueza Jean Leonard, del tribunal superior del condado de Riverside, al este de Los Ángeles, el pasado martes cuando declaró a Joseph culpable de homicidio en segundo grado y ordenó que fuera recluido hasta los 23 años en un centro de detención juvenil.
Aunque la jueza Leonard aseguró que el menor era víctima de violencia doméstica y de "métodos de castigo fuera de control" cuando se portaba mal, el testimonio de la más pequeña de los Hall fue determinante: Joseph había planeado el asesinato días antes, porque su padre, que tenía en poder su custodia, estaría buscando separarse de su madrastra.
“Hubo planeamiento y entendimiento en la comisión de este delito… No era un niño inocente que no sabía nada de la vida… El menor sabía que lo que había hecho estaba mal”, leyó la jueza, y explicó que durante los dos años previos al homicidio, el padre adoctrinó al chico sobre sus actividades en NSM, una de las organizaciones neonazis más grande de EE. UU.
Interrogado sobre el asesinato de Jeff, el menor, ahora de 12 años y cuya sentencia se decidirá en una fecha futura no precisada, dijo que cometió el crimen porque vio un capítulo de la serie de televisión ‘Criminal minds’, en la que un niño asesinaba a su padre sin que tuviera que responder ante las autoridades.
“El fallo es una tragedia… Si creamos un monstruo, y no estoy diciendo que sea un monstruo...como sociedad tenemos la responsabilidad de lo que ese monstruo hace”, sostuvo uno de los principales defensores de Joseph, quien dijo que la decisión de la jueza afectaría más al menor, debido al tipo de personas que están recluidas en los centros de detención para menores.
La vida de un extremista
Desde adolescente Jeff Hall fue reconocido por sus ideas de supremacía blanca. Este ‘skinhead’ de extrema derecha quería que Estados Unidos fuera únicamente para las personas de raza blanca. Además de liderar el NSM, Hall convocaba manifestaciones en contra de los inmigrantes y de la comunidad judía de Riverside.
Según un informe de la BBC que cita a Kahtleen Heide, autora del libro ‘Jóvenes asesinos: El desafío del homicidio juvenil’ y profesora de la Universidad de Florida del Sur, en promedio cada semana en Estados Unidos mueren cinco padres en manos de sus hijos.
De acuerdo con la académica, de los 8.000 casos de parricidio de los últimos 30 años, 16 de ellos fueron ejecutados por menores de 10 años.
El fallo se produce cuando Estados Unidos se encuentra en pleno debate sobre crímenes y control de armas, resurgido el mes pasado al ocurrir la masacre en una escuela en Newtown, Connecticut, en la que murieron 26 personas, entre ellas 20 niños. A partir de esta tragedia, el presidente Barack Obama espera que el Congreso apruebe una serie de leyes para restringir la venta de rifles de asalto.
RODRIGO ALMONACID AMAYA
Redactor EL TIEMPO
*Con información de AFP

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