martes, 17 de junio de 2014

Dominicanas denuncian conviven con docenas de ratas en apartamentos del Alto Manhattan.

NUEVA YORK._ La cantidad de las repugnantes ratas y ratones, que pululan los barrios marginados de la ciudad, duplica a los residentes del área metropolitana, que cuenta con 8.4 millones de habitantes.
Los casos de las dominicanas Inés Moore y Jasmine Guzmán, quienes tienen que convivir con docenas de ratas en edificios del Alto Manhattan, uno de los sectores de mayor infestación, ilustran el vía crucis por el que atraviesan millares de inmigrantes pobres, que similar a las dominicanas, tienen también que convivir con la plaga, además de la permanente invasión de chinches, que no cesa en los apartamentos del barrio dominicano de Nueva York.
La señora Moore, dijo que se despierta casi todas las noches, cuando oye el chillido inconfundible de las ratas, y las ve arrastrándose por su piel, en la oscuridad de su apartamento.
Ella, vive en el quinto piso de un edificio sin elevador y sostiene que las varias ratas, al menos tres cada noche, que la asedian diariamente, son sólo una fracción mínima del ejército de roedores que abate a la ciudad.
Las ratas, hacen de las suyas en los huecos y brechas de edificios descuidados por los dueños y en millones de toneladas de basura acumulada en los patios o frentes de las edificaciones en el Alto Manhattan.
Hay tramos, incluso suficientemente iluminados, como las calles 175 y 174, entre las avenidas Audubon y Wadsworth, donde al caminar, las ratas se encaraman en los pies de los transeúntes.
Es muy poco, en décadas, lo que las autoridades han hecho para controlar la infestación.
Numerosos casos de demandas millonarias, contra los caseros y la ciudad, han sido sometidas en las cortes por mordeduras graves y traumas, a cusa de la presencia de las ratas.
Las trampas de pega, los raticidas más conocidos y el ingenio de los dominicanos y dominicanas, para tratar de mantener a raya a los roedores, no han bastado.
Los espeluznantes bichos, se reproducen por millones y con excepción de crudos inviernos en los que parcialmente se esconden del frío y la nieve, el resto del año, se convierten en un enorme dolor de cabeza para los residentes de los barrios populosos.
"Me siento bien en los Estados Unidos, a excepción de la plaga de ratas", dijo la señora Moore, quien dijo que no puede abandonar o cambiar su apartamento de renta controlada en el Alto Manhattan, para paga uno mucho más costoso.
El Alto Manhattan, es uno de los vecindarios más infestados por ratas y chinches en la ciudad, junto al Oeste de Harlem, el Barrio Chino, la Parte Baja en el Este de Manhattan y el Sur de El Bronx.
Las autoridades dijeron que a partir de julio, 45 inspectores del Departamento de Salud, saldrán a esos vecindarios para enfrentar los bichos, en vecindarios donde las ratas se resisten a desaparecer a pesar de los esfuerzos repetidos de las autoridades de sanidad.
La Comisionada de Salud Mery Bassett, dijo que las ratas hurgan y habitan en colonias.
Un presupuesto de $611.000 dólares le ha sido concedido al departamento para el combate de las ratas.
Tres mil lugares han sido inspeccionados en el Alto Manhattan, donde la calificación de infestación es de 12%.
La señora Guzmán, es gerente de una tienda en el Alto Manhattan y dijo que el problema de las ratas en Nueva York, es cotidiano. Ella vive con dos hijos menores, en el mismo edificio que su compatriota Moore, y los niños tienen que esperar que la madre limpie los excrementos de las ratas, para poder jugar en el vestíbulo.
"Por las noches, las ratas corren en tropel en el frente del edificio donde vivo y tenemos que correr con los bichos a la puerta principal, cuando llegamos a la casa", relató Guzmán.
Narró que una enorme rata, corrió a través de las piernas de su madre y otra, se subió al cochecito de su bebé de 3 años de edad.
Los administradores del edificio, donde viven las dominicanas, se comprometieron a fumigar para exterminar las ratas y poner telas metálicas en los huecos y brechas.
Pero, mientras las mujeres criollas esperan por eso, tendrán que seguir con las visitas nocturnas y diurnas de los roedores.
"Estamos enojadas, porque todos somos seres humanos y merecemos vivir decentemente", señaló la señora Moore.
Por Miguel Cruz Tejada/Elnuevodiario.com.

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