En
uno de los panfletos de propaganda sobre el nombre de la isla que Cristóbal
Colon llamó a su llegada a esta tierra encantada La Española, se habla
copiosamente de la isla de Haití.
Concluida
su guerra de Independencia (1804), los haitianos habían echado andar la leyenda
indigenista.Proclamaron que ellos eran los herederos de los antiguos
aborígenes que habitaron La Española, por lo que, el gesto de su Independencia
empalmaba con los tres grandes grupos que poblaron la isla de LaEspañola. A la llegada de Colón se hablaban
en la isla tres grandes lenguas: el macoris de arriba, la lengua del norte y el
macoris de abajo la lengua del sur. Lengua aprendida por Fray Román Pané y ya
comenzaba a prevalecer, el taíno. Antonio Villasante que pasó veinticuatro años
en La Española tenía reputación de ser el mejor conocedor del taíno. (
Consúltese El Conde la Viñaza, Investigaciones históricas, 1932). Todos
estos grupos correspondían a emigraciones procedentes de los grupos
cultivadores del arahuaco iñeri de la costa de Venezuela.
El grupo humano del cual formarían,
postreramente, partelos haitianos, poco
o nada tiene que ver con el indigenismo. Porque cuando se funda la colonización
francesa que le sirve de pesebre a la que sería la colonia de mayor prosperidad
poseída hasta entonces por Francia, ya se habían extinguido las lenguas indígenas.De los tiempos coloniales sobreviven
designaciones toponímicas indígenas: Higuey, Maguana, Jaragua, Bohechío. El
toponímicoCibao, designaba, según
consta, en Bartolomé de Las Casas y Gonzalo Fernández de Oviedo, la mayor
porción de la isla. (Consúltese: Historia
General de las Indias t.1 . Historia de las Indias (1517). Hay,
desde luego, otros toponímicos indígenas relacionados con la porción occidental
de la isla: Bayajá, Guanahibes,La
Yaguana, que quedarían olvidados con la colonización francesa.
En
los primeros siglos de colonización , el
único toponímico presente en todos las montañas de documentos que hablan
de La Española
era el nombre de Cipango, reino al cual creía haber llegado el Almirante
de la
Mar Océano , y que, andando el tiempo, quedó como convertido en el
Cibao. En su
Diario de Navegación (SD, F. Corripio,
1988, pág. 156), Colon se refiere, de manera imprecisa, al nombre de la
isla como bohío,
indigenismo que designaba las viviendas de los nativos de La Española.
Colón empleó el arabismo alfaneque, para designar las viviendas.
Posteriormente,
en una de las cartas de don Diego Álvarez Chanca, se dice que los españoles,
llegaron a una provincia que los indígenas llamaron Haití. Luego a otra que
llamaron Samana y finalmente a otra que llamaron Bohío (Notas de Fernández de Navarrete,
pág. 264, obra citada). En
su Relación de antigüedades de los indios
(SD, F. Corripio, 1988 pág.26), Fray Román Pané se refiere a que los
indios llamaban la isla Haití
y Bohío. Gonzalo Fernández de Oviedo hace igual constatación. Nos dice
en su Historia General y Natural de las Indias,
en Crónicas Escogidas (SD, F.
Corripio, 1988 pág. 36) se refiere a la isla de Haití, que ahora
llamamos Española. Examinadas profundamente, puede inferirse de las
diferentes menciones
del toponímico Haití, sólo existieron en el papel y no se refirieron a
toda la
isla.
Controversias
aparte, los elementos materiales nos dicen que a la llegada de los españoles,
la isla se hallaba dividida en cinco cacicazgos: Marien, Magua, Maguana,
Jaragua e Higuey. Colón llegó al cacicazgo de Marien que corresponde, perfectamente,
con la designación que el lexicógrafo
Emilio Tejera, hace del taíno. Haití,
significa tierra de montañas, lugar al cual llegó Cristóbal Colón con sus
desafortunados marinos, el 5 de diciembre (Historia
de las Indias, SD, 1988 pág. 359). En las Décadas del Nuevo Mundo obra dada a la estampa sesenta años después
en 1556 (SD, Sociedad de Bibliófilos,
1989, pág. 130) refiere como nombres indígenas de la isla: Quisqueya o Cipango. A estos nombres
suele hacer referencia, el insigne José Gabriel García, padre la historiografía
dominicana, en su Compendio de Historia de Santo Domingo T.I (SD, Publicaciones Ahora, pág. 13-14). Al
parecer, los tres topónimos geográficos sobreviven; Haití “tierra alta, montañosa”, Quisqueya “madre de
la tierra” y Bohío “tierra de oro”. En
resumidas cuentas: en La Española no había unidad lingüística; se hablaban,
cuando menos, tres lenguas; no había unidad territorial, se hallaba dividida en
cinco cacicazgos. En consecuencia, la isla tenía a la llegada de Colón cinco
nombres, según el deslinde de cada cacicazgo.
Durante
los primeros siglos, la existencia de los nombres de Haití, Quisqueya,
Bohio ha
sido exclusivamente literaria. Son designaciones empleadas por hombres
que
aprendieron la cultura de las indias. No hay ningún lugar en la colonia
de
Santo Domingo que lleve, en los primeros trescientos años de
existencia, designación con estos toponímicos. Pasemos, entonces, a
las designaciones que han
tenido ininterrumpidamente carta de vecindad en los documentos que
atestiguan
de una existencia histórica.
La
Española que será el nombre que tendrá la isla a partir del Descubrimiento en
1492, se alternó con la designación
latina empleada por Pedro Mártir de Anglería, de la Hispaniola. En 1918, los
norteamericanos impusieron en nombre de la Hispaniola, en la Sociedad
Geográfica de los Estados Unidos, por amoldarse mejor a la pronunciación
anglosajona (Confróntese Juan Daniel Balcácer, “Acerca del nombre de nuestro
país”), y desplazaron la designación de la Española, que había hecho fortuna en
el pasado. Pero, conjuntamente con la
Española (isla Española suele denominar el historiador Juan Daniel
Balcácer) entró en el concierto de
designaciones de la isla, Santo Domingo. A partir de 6 de diciembre de 1508 por
Real Ordenanza del Rey Fernando VII
se le da el nombre de Santo Domingo a toda la isla, que ya era el nombre
de la principal ciudad.
De
manera, pues, que durante los dos
primeros siglos en que España mantuvo el dominio total de la isla de 1492-1697,
los dos nombres predominantes de la isla fueron La Española, y más
concretamente, Santo Domingo.
Cuando
los franceses fundaron su colonia, de manera precaria tras las paces de Nimega
y Ratisbona, en la isla de La Tortuga y en la porción norte de la Isla de Santo
Domingo, y posteriormente, tras el Tratado de Ryswick, momento en el que se
inicia la expansión a la Verapaz (Puerto Príncipe) y hasta los confines de La Yaguana (Leogane) y la isla de
Guanahibes (Gonaïves). Los franceses llamaron a la colonia que fundarían
plenamente en el siglo XVIII, Saint Domingue.
Durante el siglo de existencia, en que se mantuvo la
dominación francesa en la porción occidental de la isla de Santo Domingo, los
franceses no emplearon nunca el toponímico de Haití para designar una isla que
en todas las documentaciones y cartas de navegación de aquel punto y hora, ya
era conocida como Santo Domingo. Toussaint Louverture, el esclavo domestico de
la familia Breda, convertido en el flamante gobernador por la intervención
británica, tras el alzamiento de esclavos de 1791 de las haciendas de Turpin y
Lagoscette, no llegó a conocer el nombre de Haití para el territorio que él gobernó con el
nombre de Saint Domingue (1697-1804). Cuando Toussaint Louverture murió en
1803, habían pasado tres siglos del Descubrimiento de América.Ningún territorio
del Nuevo Mundo llevaba el nombre de Haití. De su etapa de gobernador nace la
primera Constitución de Saint Domingue en 1801.
Al
nombrar el nuevo Estado, los constituyentes haitianos se refieren “a la isla de Haití, antes llamada Santo
Domingo” (art. 8). En 20 de mayo de 1805 queda instituido el Imperio de Haití,
sobre las ruinas de lo que había sido la próspera colonia francesa de Saint
Domingue. De manera que los haitianos se proclaman herederos de una
circunstancia, que había concluido mucho antes ( por lo menos dos
siglos) del comienzo del proceso de su
propia formación y asentamiento en la isla.
En 1804,
entre los habitantes del Estado haitiano no había unidad lingüística . Porque la mayoría
de los esclavos no hablaban la lengua criolla, predominante como lengua franca
entre los esclavos y los amos franceses. Tampoco había unidad cultural, porque
la población extranjera, era tan importante como la población criolla. El único
vínculo que unía a los distintos grupos
de las plantaciones era un sentimiento primario de libertarse del brutal
sistema de plantación, convertido en consigna de muerte y en odio a la
población blanca de la isla. Al proclamarse la Independencia, los habitantes
más antiguos, los que habían creado ese asentamiento humano, los colonos
franceses de Saint Domingue, fueron excluidos como grupo racial de la
conformación del nuevo Estado.
En
1804 nace el gentilicio de haitiano. El nombre de Haití comienza a emplearse y
a generalizarse en las designaciones geográficas. Es una resurrección porque
hasta entonces esa designación sólo tenía valor literario, y no determinaba
ningún objeto concreto. Los haitianos emplearon un indigenismo que se hallaba
en el desván de los recuerdos, para atribuirse una antigüedad de la que
carecían. En los manuales de historia de
Haití, se dice que Colón no llegó a Santo Domingo, sino a la isla de Haití, y
que ellos, los haitianos negros han suplantado a los haitianos indios. Esa es una operación de camuflaje.
Antes
de fundar el Imperio de Haití , los historiógrafos llamaron a Dessalines,
comandante en jefe del Ejército indígena. Tomaron todos los símbolos de un
pasado que no les pertenecía. Colocaron como haitianos, a los negros traídos
por los españoles para atribuirse una presencia durante la época hispánica. Se
atribuyeron la historiografía de la etapa indígena, sin que debamos
considerarlos heredados de la colonización española. Sobre esas montañas de
mentiras, han echado a rodar la leyenda
de la antigüedad de la isla de Haití. De la que ellos son los continuadores.
Los
haitianos son herederos de los depredadores de la isla de Santo Domingo.
Causabientes de bucaneros y filibusteros, que atacaron la isla en el siglo XVII
y XVIII. Herederos de la sociedad fraguada por el genio de Francia, que llegó a
constituir la colonia más rica del continente, con el nombre de Saint Domingue.
Al quedar acéfala, privada totalmente de la inteligencia que la llevó a sus
años de gloria, quedó convertida en el
territorio más empobrecido del
continente. Sólo los dominicanos, en el
continente, hemos padecido las consecuencias fatales de la vecindad con este
territorio. Nos han amputado el destino. Y ahora, pretenden incluso
arrebatarnos las primacías históricas que todo el mundo nos reconoce. Suplantan la verdad con sus falsificaciones.
Mienten tanto los haitianos, que hasta el nombre de su Estado, se funda en la
mentira.....Fuente:Almonto.net/Por
MANUEL NÚÑEZ
lunes, 30 de junio de 2014
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