Duchas rápidas a primera hora de la mañana, el frío de la calle, el calor de la calefacción… Si no cuidamos nuestro cabello puede verse afectado por todos esos condicionantes que, a veces, no podemos controlar.
Para tener un cabello hidratado y con buen aspecto es preciso que controlemos los factores externos y también nuestros hábitos de cuidado cotidiano. Es fácil; basta con tener algo de perseverancia y reservar algo de tiempo.
Masaje capilar: A menudo nos frotamos el cuero cabelludo cuando nos enjabonamos el pelo con demasiada energía. El cuero cabelludo es sensible y debemos intentar que el enjabonado sea, aunque rápido, suave, como si realizáramos un masaje.
Toalla para secarlo: Cuando retiremos el exceso de humedad con la toalla no está permitido frotar demasiado fuerte. Esto, sumado a los enredos que se han formado al aplicar el jabón y la fragilidad del pelo húmedo, puede hacer que rompamos el cabello.
Peinado sin peligros: Tenemos que intentar peinar nuestro cabello desde las puntas desde las puntas hacia la raíz. Esto es; coger un pequeño mechón y empezar peinando un primer tramo de las puntas, luego seguir por el medio y finalizar por la raiz. Así con toda la melena.
Hidratación de todo tipo: Mascarilla, acondicionador y sérum. Aplica todos estos productos siempre que sean adecuados a tu tipo de cabello. Son pocos minutos pero tu pelo agradecerá una hidratación extra.
Siempre con protección: Llegaron hace poco pero ya no podemos vivir sin ellos. Son los protectores de calor. Siempre utilízalos antes del planchado o secado. Los hay de todo tipo y precio. Si no lo usas, hazte con uno ya.
Protégelo del frío: Gorros o capuchas. Los agentes externos son enemigos de un cabello sano. Utiliza gorros y bufandas para cubrir tu cabello y protegerlo del frío que lo deja seco y débil.
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