martes, 30 de diciembre de 2008

La mamajuana aprendió inglés y va a la Florida

María Isabel Soldevila
SANTO DOMINGO.- Al olfato es dulzona. Se distingue la canela, mezclada con el clavo dulce... el anís hace que vibren las fosas nasales. A veces huele a mar, a esos supuestamente afrodisíacos frutos de Neptuno. La botella tiene la barriga ancha. Cabe en ella toda la fantasía tropical, aliñada con miel, ron y vino tinto.
En República Dominicana es una tradición. A nadie le sorprende ver las botellas colgando en los mercados, o estratégicamente en los lugares turísticos. La mamajuana, tan dominicana como el chenchén o las habichuelas con dulce, podría pronto ser más reconocida como un producto “Made in USA” que como el resultado de la paciencia, el ron y la astucia de esta media isla caribeña.
La exportación de la mezcla de hierbas se promueve por internet, y destaca la “Don Ramon Mamajuana Corp”, o “Mamajuana Para Palo Caribe Internacional LLC”, una compañía con base en la Florida que, según sus sitios web www.mamajuanacorp.com y www.donramonmamajuana.com, tiene la dirección 7302 SW 42nd Street, 2nd Floor Miami , Florida 33155 y es marca registrada desde 2004.
Con toda la información en inglés, la corporación se promueve como los únicos “productores, embotelladores y exportadores mundiales de las auténticas hierbas de la mamajuana”, 19 según su propaganda, doce más que el resto de los vendedores, dicen.
Albahaca, anamú, anís estrellado, bojuco caro, bojuco de palo chino, promete el productor... Bojuco (sic) de palo indio, timacle, canela de tierra, clavo, guauci, hoja de canelilla, sigue citando en la lista... Juana la blanca, manzanilla, marabeli, nigua, osua, palo de Brasil, raíz de coco, bojuco (sic) de tres costillas y promesas de encargarse de “cualquier cosa que le torture”.
La mezcla, aseguran los productores, tiene la aprobación de las autoridades sanitarias de Estados Unidos, y se exporta a ese país, Europa, Brasil, México y Puerto Rico.
Un paseo por la isla y una idea de negociosMás alejada de los orígenes caribeños del brebaje que antecedió a todos los estimulantes sexuales comerciales del momento está Mamajuana Extreme, una especie de bebida energizante en frasquitos de 2 onzas que se mercadea con el lema “sexo en una botella” o “virilidad en una botella”.
Su desarrollador es John C. Layfield, un personaje de la lucha libre profesional de Estados Unidos originario de Texas casado con una analista de Wall Street, según un reportaje sobre él y su “poción” publicado en el New York Times el pasado 21 de abril.
Layfield asegura que obtuvo la idea luego de un viaje de vacaciones a la República Dominicana, durante el cual tuvo la oportunidad de saborear una mamajuana original en un bar de submarinistas. La novedad le abrió el apetito del negocio y se unió para su producción y lanzamiento a la empresa Baywood International (www.bywd.com), que se autodefine como de “ciencia nutricional” y vendedora de productos “mejorados y new age”.
Mamajuana Extreme se vende por la web y en tiendas en Georgia, Florida, Texas, Carolina del Norte y del Sur, Nueva York, Nueva Jersey, Illinois e Indiana y propone estrategias de mercado tan agresivas como ofrecer un 40% de comisión a través de un programa de asociación a todo el que venda desde su sitio web su producto. Los precios de Mamajuana Extreme, que se vende en paquetes de doce o seis, son US$42.95 y US$23.99 respectivamente.
La diferencia fundamental entre su producto y la tradicional Mamajuana de los mercados dominicanos es (aparte del “órgano” de Carey, ilegal por cierto) que no tiene alcohol, está aprobada, según su página web, por la Administración de Alimentos y Drogas de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y contiene un listado del valor calórico de cada porción.
El pequeño frasco negro con una palmera, el mar y el sol en su etiqueta, tiene ya sus fanáticos. La lista de testimonios usuarios de la poción “afrodisíaca” publicada por Layfield en la web va desde esposas agradecidas -y adictas al producto- hasta “convertidos” que bendicen el mágico brebaje que, aparte de en el nombre, en poco se parece a la de los dominicanos.

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