Queens/Nueva York — En la habitación 26 del hospital Elmhurst en Queens, el peruano Walter Vergara reza para que se produzcan dos milagros. Uno de ellos puede ser realizado por los hombres: que su madre Elizabeth Prado consiga la visa y venga a verle. El otro depende de Dios: que su cáncer de huesos que está en fase terminal se cure o quede estabilizado.
A falta de familiares en Estados Unidos, Vergara está rodeado de amigos y miembros de su iglesia pentecostal de Queens Porta de la Paz que acuden a visitarle y orar con él, Vergara dijo esta semana a EL DIARIO/LA PRENSA: “Mi fe en Cristo es lo que me hace continuar la vida, la que me está sosteniendo porque el dolor que estoy padeciendo es increíble. A veces quisiera poder apretar un botoncito para que se parase, pero no hay esperanza de que el dolor pare sino todo lo contrario”.
Aunque el dolor físico es grande, es la ansiedad de ver a su madre lo que más angustia a Vergara, cuyas expectativas de vida no superan un mes, según los médicos.
“Lo único que le digo a Dios es ¡déjame ver a mi madre! No sé cuanto tiempo me queda pero quiero verla de nuevo. Ella está viejita y sufre mucho, lograr verla, poder sentir su cuidado, su amor… el amor de madre es la mejor me- dicina”, aseguró Vergara, de 50 años.
El peruano, que vino a los Estados Unidos a los 21 años y trabajó como peluquero, fue diagnosticado en 1995 de sida y hace apenas seis meses se le detectó cáncer de huesos.
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