WASHINGTON , (EFE).- Kristen Griest y Shaye Haver han demostrado, al superar el duro entrenamiento de los "Rangers" del Ejército estadounidense, que las mujeres están sobradamente preparadas para pasar por el "infierno", como apodan a las pruebas de acceso a las Fuerzas Especiales, donde aún no son aceptadas.
Ambas han pasado por la exclusiva academia militar
para oficiales de West Point -Haver es incluso piloto de helicópteros
Apache- y han superado las pruebas de resistencia y mental de la
infantería ligera de los "Rangers" en las montañas de Georgia, los
desiertos de Nuevo México o las ciénagas de Florida, junto con 94
hombres.
El viernes, la capitana Griest de 26 años, y la
teniente primero Haver de 25 se graduaron, pero, pese a todos los
obstáculos salvados, ninguna de las dos podrá optar a convertirse
oficialmente en miembros de las Fuerzas Especiales, al tener vetado
ingresar en el elitista 75 Regimiento "Ranger".
En enero de 2013, el Pentágono comenzó a revisar y
levantar el veto a que mujeres ocupen puestos militares de combate, una
medida que deberá concluir con la aceptación de toda recluta femenina
en la primera línea de batalla y en las elitistas Fuerza Especiales a
partir de 2016.
Hasta el día de hoy, 111.000 puestos anteriormente
exclusivos para hombres están abiertos a mujeres, y antes de que acabe
el año los restantes 220.000 deberán pasar a esa nueva categoría.
Pese a ello, los mandos se reservan la posibilidad
de solicitar excepciones a la norma justificadas "rigurosamente", algo
que parece que será más difícil e impopular tras el hito histórico de
las dos "rangers".
"Cuando tienes que cargar 2.000 balas y dos
ametralladoras y ves que no puedes más y pides ayuda, te da igual que la
otra persona sea hombre o mujer", explicaba esta semana el teniente
Michael Janowski, compañero de instrucción de Haver, quien asegura que
sin el hombro de esa mujer no habría podido superar las pruebas.
Haver y Griest no consiguieron pasar hasta el
tercer intento la primera fase de instrucción, pero sus mandos, entre
ellos el general de división Scott Miller, aseguran que en ningún
momento los requerimientos se rebajaron para que siguiesen adelante,
algo que corroboran sus compañeros.
Pronto, la mujeres podrán acceder a unidades de
Operaciones Especiales como los famosos Navy SEAL, cuyos mandos
aseguraron esta semana que aceptarán a mujeres si superan los duros seis
meses de pruebas que reservan a sus futuros miembros.
Si finalmente eso ocurre, por primera vez hombres y
mujeres pasarán por la "Semana en el Infierno", como se conoce a una de
las más duras fases de criba para acceder a los Navy SEAL, las fuerzas
especiales que mataron a Osama bin Laden en mayo de 2011.
En el libro "Lone Survivor", el ex Navy SEAL
Marcus Luttrell explica la rutina de cinco días tras su paso por el
"infierno": gritos, disparos en una habitación oscura con balas de
fogueo, natación en aguas gélidas, transporte de pesados botes,
carreras, repeticiones; todo eso, antes del desayuno.
"Perdimos diez hombres (que se retiraron
voluntariamente) en nueve horas...Nueve horas que cambiaron las vidas y
la percepción de aquellos que no lo soportaron ni un segundo más",
explicaba Luttrell, que narra cómo algunos perdían la cabeza bajo
presión.
Hasta la Infantería de Marina (Marines),
considerados el cuerpo más "masculino" de todos los que integran las
Fuerzas Armadas, con solo un 7 % de mujeres y los que más despacio han
convertido en mixtos su puestos, están evaluando aceptar a mujeres en
combate.
A comienzos de año, los marines realizaron un
experimento de varios meses en el desierto de Mojave para ver cómo
tropas mixtas respondían a escenarios de combate reales, especialmente
exigentes en el caso de la infantería ligera.
Desde la Guerra de Independencia de EEUU
(1775-1783), las mujeres han estado en primera línea de batalla como
enfermeras o cocineras; algunas, como Deborah Sampson, que luchó a las
órdenes de George Washington disfrazada de hombre, han sido modernas
"juanas de arco".
Más recientemente, unas 200 se han dejado la vida
en los campos de batalla de Afganistán e Irak, e incluso han integrado
unidades de Fuerzas Especiales a modo de prueba, demostrando que su
capacidad de empatía cultural y trabajo en equipo, así como de
reaccionar en el fragor de la batalla, las convertía en soldados
inestimables.
La capitana Griest explicó esta semana en una
rueda de prensa que cuando estaba en plena fase de instrucción,
escalando la ladera de una montaña con un macuto de 22 kilos, no hay
mucho tiempo de pensar, "pero a veces pensaba en lo que estaba haciendo y
sentía la presión del futuro de nuevas generaciones de mujeres".
Por Jairo Mejía/Elnuevodiario
No hay comentarios:
Publicar un comentario