jueves, 2 de abril de 2009

Fumadores enojados por impuestos


Obama, fumador durante años, hizo un esfuerzo serio por librarse del vicio durante la campaña electoral de 2008, pero recientemente confesó que, de vez en cuando, sucumbe a la tentación.

Los precios de los cigarrillos al público varían de Estado a Estado, porque cada uno de ellos tiene, a su vez, su propia carga impositiva. Así, antes del nuevo aumento del gravamen federal, el precio promedio de la cajetilla en Nueva York era cercano a los 7 dólares, mientras que era de 4.50 dólares en Virginia, cuna de las plantaciones tabaqueras.

El impuesto hará que quienes fuman una cajetilla por día paguen 2,000 dólares adicionales por año para beneficio de una industria que cosecha más de 400,000 toneladas de tabaco por año y paga unos 15,000 millones de dólares en sueldos a más de 660,000 trabajadores.

De acuerdo con los Centros para el Control de Enfermedades (CDC por su sigla en inglés), el tabaco mata unas 440,000 personas por año en Estados Unidos y esta adicción le cuesta al país 193.000 millones de dólares en el cuidado de los enfermos que causa y la pérdida de productividad. Por su lado, la Asociación Nacional de Estancos calcula que el aumento de precios de los cigarrillos reducirá en 10 por ciento las ventas y podría liquidar los empleos de unas 117,000 personas, desde los peones en plantaciones de tabaco hasta los modelos en los avisos publicitarios.

Esa reducción de ventas es, precisamente, con lo que cuenta Danny McGoldrick, de la Campaña para Niños Libres de Tabaco, quien opina que el abrupto incremento en el precio de los cigarrillos convencerá a un millón de fumadores de que llegó el momento de apagar el último, y evitará que unos dos millones de adolescentes empiecen a fumar. McGoldrick vaticinó que esto evitará unas 905,000 muertes relacionadas con el tabaquismo y ahorrará 44,500 millones de dólares en gastos médicos.

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