Higueral, La Romana.- En este poblado, el juego de béisbol y la caña de azúcar conviven como si supieran que representan la mayor fuente de riqueza de una comunidad, en su mayoría integrada por familias empobrecidas. Observar al pequeño Daniel accesar en chancletas al interior del parque, su pana Juan Carlos con tenis descocido, golpeado por la vejez o a Marino, de diez añitos con un “batecito” moldeadoque no parece ser hecho con un machete es lo más elocuente del cuadro que pinta esta localidad bordeada de cañaverales y bateyes.
Higüeral despierta con el ruido de los motoconchistas, quienes transitan a los pocos que laboran en el centro de la ciudad (La Romana), a varios estudiantes y una que otra persona que realizan diligencias.
El movimiento rápido de los vagones y la presencia de niños y jóvenes en el parque le brinda otro aspecto, pues ellos colocan su mentalidad en pos de alcanzar un mayor desarrollo en el pasatiempo.
El béisbol y la caña conviven en busca de un mejor porvenir
En esta comunidad, el béisbol y la caña de azúcar conviven como si supieran que representan la mayor fuente de riqueza de un poblado, en su mayoría integrado por familias empobrecidas.
Observar al pequeño Daniel accesar en chancletas al interior del parque, su amiguito Juan Carlos con tenis descocido, golpeado por la vejez o a Marino, de diez añitos con un “batecito” tan bien moldeado que no parece ser hecho con un machete es lo más elocuente del cuadro que pinta esta localidad, bodeada de cañaverales y bateyes.
Higueral despierta con el ruido de los motoconchistas, quienes transitan a los pocos que laboran en el centro de la ciudad (la Romana), a varios estudiantes y una que otra persona que tienen que realizar diligencias en las afueras.
Empero, el movimiento rápido de los vagones repletos de caña, riqueza del Central Romana, emporio que emplea a decenas de residentes en la comunidad, así como la presencia de niños y jóvenes cargados de esperanzas de que a través del béisbol abrazar un mejor futuro representa la máxima posibilidad de cambiar el rostro a un pueblo, donde aún se perciben sus casas a la antigua.
Entre machetes, guantes, bates y pelotas cerca de un centenar de beisbolistas ven correr el sudor por su cuerpo en un esperanzador esfuerzo por encontrar un destino favorable en el pasatiempo, al igual como en el pasado ha transformado las vidas de Vladimir Guerrero, Luis Castillo, Miguel Tejada o David Ortiz.
Al menos tres programas para la práctica del béisbol convergen en Higueral, donde los escasos recursos, mínima ayuda no son óbice para perder las ilusiones de abrazar una firma para el profesionalismo, lo cual representa alcanzar el escalón inicial que los llevará a ejecutar una extensa travesía que tiene como fin llegar a las Grandes Ligas.
“No descanzaré en conseguir un contrato para el profesionalismo, por esto asisto al parque cada día con la firme disposición de mejorar todos los aspectos de mi juego”, expresa rafael Pineda, un joven jardinero de unos quince años, quien práctica en uno de los programas existentes en el poblado.
Producto de la presencia de estos programas, los peloteros profesionales nativos de estas localidades romanenses han aumentado en los últimos años con la presencia de Félix Pie, Alejandro de Aza, Wilkin Ruan, Ruddy Yan, Antonio Alfonseca, Amauris Telemaco, Julio Pimentel y otro grupo que se desarrolla en los circuitos minoritarios.
Julián Yan, por muchos años un símbolo de La Romana en el béisbol invernal, circuito donde disparó 44 vuelacercas, Eduardo Berroa, un ex jugador de la sucursal de los Medias Rojas de Boston, así como Fabio Nelson tienen a su cargo los programas de béisbol.
En el caso de Berroa, ya cuenta con una docena de años formando jóvenes en la comunidad, de la cual le han firmado cerca de diez jugadores, siendo Pimentel el más avanzado y quien ha estado en roster de 40 con Dodgers y Reales de Kansas. En la actualidad entrena cerca de 30 jóvenes, de los cuales hay varios preparados para una posible firma.
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