Viena, /EFE - La
ciudadana mexicana Estíbaliz Carranza, acusada de haber asesinado y
descuartizado a dos exparejas entre 2008 y 2010, se reconoció hoy
culpable de esos crímenes, durante la primera sesión del juicio en la
Audiencia Provincial de Viena.
Carranza,
de 34 años, admitió haber troceado los cadáveres y haberlos cubierto
con cemento en dos heladeras que escondió en el sótano de la heladería
que regentaba en Viena.
Según
el relato de los hechos que hizo la Fiscalía, Carranza es una persona
fría y manipuladora que actuó motivada por el egoísmo e, incluso, por
intereses económicos.
"Era
capaz de distinguir entre el bien y el mal", aseguró la fiscal Petra
Freh, quien reconoció a la acusada un trastorno de la personalidad bajo
el que decidió que "era más fácil matar a una persona que tomar postura"
ante las conflictivas relaciones con sus dos víctimas.
El
peritaje siquiátrico ha determinado que Carranza es imputable y
criminalmente responsable de sus actos, pese a haberle sido
diagnosticada una serie de desórdenes del comportamiento e incluso el
riesgo de que vuelva a tener comportamientos violentos.
Rudolf
Mayer, uno de los letrados de la defensa, insistió en que su clienta es
una "persona con un grave trastorno que no ha elegido estar
trastornada".
El
abogado, conocido por haber defendido al "Monstruo de Amstetten"
(encerró y violó a su hija durante 24 años), negó que los crímenes se
cometieran a sangre fría, sino que tuvieron lugar tras airadas
discusiones, y mencionó el carácter iracundo de una de las víctimas.
Carranza,
por su parte, relató su propia vida como un cúmulo de malas
experiencias y decepciones- una economía familiar apretada, un padre
autoritario, relaciones sentimentales fracasadas y hombres que la
dominaban y humillaban.
Relaciones
en las que, aseguró, llegó un momento en que se sintió asfixiada, "sin
salida" y ante las que comenzó a desarrollar fantasías homicidas, unos
pensamientos que, dijo, nunca pensó que fuera capaz de materializar.
Como
reconoció hoy, en noviembre de 2008 disparó por la espalda a su ya
exmarido, un ciudadano alemán, con quien aún compartía domicilio y la
gestión de la heladería.
"Me sentía desamparada y sin salida", confesó la acusada, que detalló luego cómo se deshizo del cadáver.
Dos
años más tarde, Carranza mató de varios disparos a su nuevo novio al
darse cuenta, relató, de que le era infiel, no quería formar una familia
con ella, pero tampoco "dejarla ir".
"Ahora
me doy cuenta de lo que he hecho y de que había miles de opciones mucho
mejores de lo que hice", aseguró la mujer, de 34 años, en un momento de
su testimonio.
En
todo caso, aseguró que si alguna vez vuelve a tener ese tipo de
pensamientos pedirá ayuda inmediatamente, ya que no quiere hacer daño a
nadie.
La acusación de doble asesinato puede acarrear a Carranza una pena máxima de cadena perpetúa.
La Fiscalía ha solicitado su internamiento en un centro para criminales con trastornos mentales.
Se espera que el jurado emita un veredicto el jueves o el viernes de esta misma semana.
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