Santiago.-El secuestro y retención de pertenencias de que fue objeto el
cardiólogo Pedro Ureña y otros profesionales dominicanos, por parte de
haitianos, residente en la parte limítrofe con Haití, ponen al
descubierto y dejan al desnudo la vulnerabilidad y la falta de atención
que a lo largo de la historia dispensan los gobiernos de la parte Este
de la isla a esa zona.
Los constantes anuncios de niveles de
“seguridad” y de “control”, que constantemente hacen las autoridades
dominicanas de la utópica división, entre los dos países, quedan en
dudas, cuando ocurren hechos como éste, no que es el único, pero que a
diferencia de los otros fue más sonado, por la prominencia de los
involucrados.
En el caso específico del tramo comprendido
entre los municipios de Restauración, provincia Dajabón y Pedro Santana,
provincia Elías Piña, que consta de unos 60 kilómetros y por donde
quien suscribe ha tenido la oportunidad de transitar, desde y hacia
ambos destinos, se ha podido comprobar, la escasa vigilancia que tanto
promocionan las autoridades.
Estos en el entendido de que en
dicho espacio fronterizo, después de cruzar el río Libón, a poca
distancia de Villa Anacaona (dominicana), cuando la travesía se hace de
Norte a Sur, entre los poblados haitianos a dan a la deteriorada
carretera, están los poblados haitianos Tirolí, Calavacie, Care, Hinche,
Cercadie, entre otros, seguido de tierra desierta, deshabitada del lado
dominicano.
En dicho tramo existen unos pocos cuarteles del
Ejército Nacional vigilan la zona, por parte del Estado dominicano,
pero que la distancia entre uno y otro y los deficientes medios de
transportes y equipos de comunicación, dan a los haitianos la
oportunidad de cometer cualquier fechoría, contra quien se desplace por
esta vía internacional.
Mientras que del lado dominicano, si
mal no me equivoco, pude observar un solo destacamento haitiano, lo que
resulta insuficiente, para mantener el control, en caso de una reyerta o
enfrentamiento entre nacionales de ambos países.
A ello se
suma el hecho de que en cada destacamento de esos, el número de
efectivo, permanente no supera, los cinco o seis miembros, escasos
equipos de comunicación y de transporte, indispensables, para acudir
ante la demanda de un refuerzo, para hacer frente a cualquier situación
de ataque que pueda presentar, proveniente del vecino país.
En
el caso más reciente las horas que duró el impase de donde los
dominicanos, estaban impedido de continuar la marcha, hacia su destino,
era suficiente para solicitar refuerzo, de otros puestos militares,
ubicado en dicha frontera, si hubieran existido esos recursos, citados
anteriormente.
De ahí la necesidad de que el Estado
dominicano, tiene que dejar la vieja práctica de anunciar, y llevar a la
práctica, las promesas de abundancia que promueven en la zona.
El
especialista de la medicina narró cuando junto a sus amigos fue
encerrado el sábado 10 de noviembre, por al menos 100 personas de
nacionalidad haitiana con machetes, punzones y hachas y despojado de sus
motores y pertenencias.
“Nosotros estábamos haciendo turismo
interno, algo que hacemos frecuentemente”, narra Ureña. “Estábamos
saliendo de Bahía de las Águilas y nos orillamos por la carretera
internacional, aproximadamente a 25 kilómetros de Restauración cuando
apareció una turba de más de 100 personas”, explicó.
El
doctor narró que fueron rodeados rápidamente y que les retiraron todos
sus celulares, billeteras dinero y motores. “Nos pusieron básicamente en
un círculo donde estaban también otros dominicanos”, explicó.
Además,
dijo que los dominicanos les dijeron que no se quitaran los cascos ni
hablaran. El médico describió que había jóvenes de la turba que estaban
exaltados y actuando de manera violenta.
Ureña contó que
pudieron salir luego de dos horas y media porque los compatriotas les
explicaron a los supuestos secuestradores que ellos eran americanos. Y
que, de esa manera, sin entregar dinero, les fueron devueltos sus
motores.
“Los dominicanos que estaban ahí nos dijeron: es
bueno que ustedes dejen saber esto, porque esto nosotros lo vivimos aquí
a diario, aquí nadie nos protege ni nos representa”, relató el
cardiólogo. “Esos infelices que estaban ahí, transportando sus vaquitas
en esa carretera estuvieron ahí prácticamente el día entero”, expresó.......Fuente:lainformaciom.com.do/Por:Felix Parra
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