lunes, 19 de noviembre de 2018

Últimos incidentes en la frontera dejan al descubierto vulnerabilidad.

Santiago.-El secuestro y retención de pertenencias de que fue objeto el cardiólogo Pedro Ureña y otros profesionales dominicanos, por parte de haitianos, residente en la parte limítrofe con Haití, ponen al descubierto y dejan al desnudo la vulnerabilidad  y la falta de atención que a lo largo de la historia dispensan los gobiernos de la parte Este de la isla a esa zona.
  
Los constantes anuncios de niveles de “seguridad” y de “control”, que constantemente hacen las autoridades dominicanas de la utópica división, entre los dos países, quedan en dudas, cuando ocurren hechos como éste, no que es el único, pero que a diferencia de los otros fue más sonado, por la prominencia de los involucrados.
   
En el caso específico del tramo comprendido entre los municipios de Restauración, provincia Dajabón y Pedro Santana, provincia Elías Piña, que consta de unos 60 kilómetros y por donde quien suscribe ha tenido la oportunidad de transitar, desde y hacia ambos destinos, se ha podido comprobar, la  escasa vigilancia que tanto promocionan las autoridades.
   
Estos en el entendido de que en dicho espacio fronterizo, después de cruzar el río Libón, a poca distancia de Villa Anacaona (dominicana), cuando la travesía se hace de Norte a Sur, entre los poblados haitianos a dan a la deteriorada carretera, están los poblados haitianos Tirolí, Calavacie, Care, Hinche, Cercadie, entre otros, seguido de tierra desierta, deshabitada del lado dominicano.
    
En dicho tramo existen unos pocos cuarteles del Ejército Nacional vigilan la zona, por parte del Estado dominicano, pero que la distancia entre uno y otro y los deficientes medios de transportes y equipos de comunicación, dan a los haitianos la oportunidad de cometer cualquier fechoría, contra quien se desplace por esta vía internacional.
   
Mientras que del lado dominicano, si mal no me equivoco, pude observar un solo destacamento haitiano, lo que resulta insuficiente, para mantener el control, en caso de una reyerta o enfrentamiento entre nacionales de ambos países.
   
A ello se suma el hecho de que en cada destacamento de esos, el número de efectivo, permanente no supera, los cinco o seis miembros, escasos equipos de comunicación y de transporte, indispensables, para acudir ante la demanda de un refuerzo, para hacer frente a cualquier situación de ataque que pueda presentar, proveniente del vecino país.
    
En el caso más reciente las horas que duró el impase de donde los dominicanos, estaban impedido de continuar la marcha, hacia su destino, era suficiente para solicitar refuerzo, de otros puestos militares, ubicado en dicha frontera, si hubieran existido esos recursos, citados anteriormente.
    
De ahí la necesidad de que el Estado dominicano, tiene que dejar la vieja práctica de anunciar, y llevar a la práctica, las promesas de abundancia que promueven en la zona.
    
 El especialista de la medicina narró cuando junto a sus amigos fue encerrado el sábado 10 de noviembre, por al menos 100 personas de nacionalidad haitiana con machetes, punzones y hachas y despojado de sus motores y pertenencias.
   
“Nosotros estábamos haciendo turismo interno, algo que hacemos frecuentemente”, narra Ureña. “Estábamos saliendo de Bahía de las Águilas y nos orillamos por la carretera internacional, aproximadamente a 25 kilómetros de Restauración cuando apareció una turba de más de 100 personas”, explicó.
   
El doctor narró que fueron rodeados rápidamente y que les retiraron todos sus celulares, billeteras dinero y motores. “Nos pusieron básicamente en un círculo donde estaban también otros dominicanos”, explicó.
    
Además, dijo que los dominicanos les dijeron que no se quitaran los cascos ni hablaran. El médico describió que había jóvenes de la turba que estaban exaltados y actuando de manera violenta.
    
Ureña contó que pudieron salir luego de dos horas y media porque los compatriotas les explicaron a los supuestos secuestradores que ellos eran americanos. Y que, de esa manera, sin entregar dinero, les fueron devueltos sus motores.
   
“Los dominicanos que estaban ahí nos dijeron: es bueno que ustedes dejen saber esto, porque esto nosotros lo vivimos aquí a diario, aquí nadie nos protege ni nos representa”, relató el cardiólogo. “Esos infelices que estaban ahí, transportando sus vaquitas en esa carretera estuvieron ahí prácticamente el día entero”, expresó.......Fuente:lainformaciom.com.do/Por:Felix Parra

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