domingo, 1 de diciembre de 2013

Lo mataron sin conocer a su papá .

José Dicén
Baní/listindiario.com
Lamentos, llanto y lagrimas es hoy, el ambiente de un hogar destrozado, desgarrado por el dolor, que hace apenas tres días rebosaba de alegría, sonrisas y felicidad, con las ocurrencias y juegos de Maiker Junior Lara, el niño de dos años de edad al que dos delincuentes arrancaron la vida de un disparo en el cuello, estando en el regazo de su propia madre, Santia Bienvenida Lara, en un vulgar atraco perpetrado vilmente, solo con el fin de quitarle la ‘pasola’ a la joven madre en la que se desplaza con el bebé, después de haberlo recogido en el colegio, como lo hacía cada día.
A Maiki (como le decían todos en su casa y en el barrio), los delincuentes le malograron la vida a los 2 años edad, sin haber conocido personalmente a su padre Maiker Soto, pues este había emigrado a España, dejando la esposa con 7 meses de embarazo.
El niño Maiker, cumpliría el próximo 6 de enero sus tres años de edad, pero ayer su madre Santía Bienvenida lloraba desconsolada, porque el Día de Reyes Magos que se avecina, su niño, su único hijo, no estará para recibir sus juguetes ni “estará aquí para celebrarle su cumpleaños”.
Su padre ya hacía arreglos para venir a conocerlo, justo el día de Reyes, para el cumpleaños.
Cuenta, su abuela Elisabeth Tejeda Lachapel, con el brillo del llanto en sus ojos, que el niño Maiker mostraba las fotos de su padre a todos los amiguitos y los vecinos que visitaban la casa, y les decía con orgullo, “ese es mi papi”.
Santa, la madre, apenas puede hablar, enclaustrada en su aposento, solo llora el dolor de la pérdida.
La pena y la tristeza, han convertido su mirada de una mujer joven de 23 años de edad, en unos ojos sin luz, sin brillo, apagados, que miran sin mirar, porque cuando mira su mirada se pierde en una distancia infinita, detrás del hijo que jamás volverá a ver.
La madre, con dificultades para pronunciar palabras, expresó que empezaba a preparar el niño para que fuera un gran jugador de beisbol, pues todo el barrio le decía que sus grandes manos, su tamaño y su destreza e inteligencia así lo revelaban, y ella así lo platicaba con él en sus conversaciones íntimas de madre a hijo.
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ERA LA ALEGRÍA DE LA CASA


Niño meritorio en el colegio
En el colegio, era su primer año. Apenas iniciaba, y ya llevaba a la casa las caricaturitas que la maestra le colocaba en la mangas de su suéter, por sus meritos y destrezas en las clases.Tanto su madre, como su abuela y vecinos lo describen como un niño que repartía amor y alegría entre todos.

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