BBC Mundo. Karamba Diaby se encuentra a punto
de hacer historia en las elecciones legislativas que se celebran este
domingo en Alemania. Si se confirma lo que indican los sondeos, Diaby
podría convertirse en el primer diputado de raza negra en el Parlamento
de este país, el Bundestag.
Diaby milita en el Partido Socialdemócrata (SPD, por sus sigles en alemán), que forma parte de la coalición de gobierno con los demócrata-cristianos de la canciller Angela Merkel. Y busca un escaño en representación de la ciudad de Halle, en Alemania Oriental, una región conocida por ser más pobre que el resto del país y por sus tensiones raciales.
"Todo era normal hasta que vino The New York Times", cuenta, sonriendo, un miembro de su equipo.
Diaby digiere poco a poco el éxito mediático de los últimos meses. Sin embargo, aclara: "Me gustaría que me reconocieran por ser bueno, y no por el color de mi piel",
Nacido en Senegal hace 52 años, Diaby llegó a Alemania en 1985, a la ciudad de Leipzig, cuando aún era la República Democrática Alemana (antes de la caída del Muro de Berlín).
Había sido becado para estudiar un doctorado en química, sin hablar un palabra de alemán. Aquel joven estudiante ni se imaginaba que décadas después sería concejal de su ciudad (nombrado en 2009) y podría hacer historia en su país adoptivo, cuya nacionalidad adoptó en 2001.
Política Diaby recibe a BBC Mundo en la sede del SPD en Halle, haciendo una pausa en su ajetreada campaña. Al principio de la conversación aclara que no llegó a la política por casualidad.
"Llevo toda la vida en esto. En Senegal era el representante de los estudiantes en la secundaria", dice ríendo.
Este candidato a legislador dice ser "alemán de la cabeza a los pies", y no sólo porque desde 2001 lo diga su pasaporte.
"Es muy positivo que se normalice la presencia de negros en puestos de responsabilidad política"
Asegura que hoy en día conoce bien a sus compatriotas y qué les interesa. Y de inmediato pasa a recordar un episodio que ha sido definitorio en su génesis como político y el aumento de su popularidad en Halle.
A principios de la década de los años 90, un empresario en Halle intentó construir un proyecto inmobiliario en tierras donde los locales cultivaban en huertos colectivos (una actividad muy popular en Alemania Oriental en la época), alegando que las parcelas estaban contaminadas.
Pero el químico Diaby demostró que la tierra se podía cultivar sin peligro y ello supuso un gran espaldarazo para el senegalés por parte de sus vecinos y marcó su despegue en la comunidad.
Asegura que actualmente se siente "muy integrado en la sociedad alemana".
"Bueno", rectifica, "digamos que al 95% porque echo de menos las especias y los sabores de la comida senegalesa… ¡el arroz con quimbombó!", exclama entusiasmado.
Entre acto y acto, acude a la sede de su partido para atender a la prensa. "Siempre voy en bici a todas partes, pero estos días son una locura y voy en auto".
En menos de 15 minutos de charla con BBC Mundo recibe más de cuatro llamadas. Se excusa y despacha de forma cordial y eficaz cada una de ellas.
"El interés de los medios en mi candidatura se debe a que ha quedado en evidencia que no hay políticos negros en la historia de Alemania", explica.
"¡Y luego nos gusta llamarnos abiertos y tolerantes! Hay 21 parlamentarios con un pasado inmigrante (entre ellos el ministro de Economía, Philipp Rösler, nacido en Vietnam), pero en esto somos un país en vías de desarrollo", afirma.
Simbolismo Diaby hace campaña en una región donde ha habido tensiones raciales.
Susi Möbbeck, delegada de Integración en la Consejería de Asuntos Sociales de la provincia de Sajonia-Anhalt, conoce bien a Diaby. Lo considera "auténtico y creíble".
Si resulta elegido, explica, "tendría un importante valor simbólico por ser quién es y por venir de Alemania del Este".
Möbbeck añade que la población inmigrante en esta región es mucho más baja que en el resto de Alemania.
"Cuando la convivencia con extranjeros no es habitual, la xenofobia es más clara".
Pero al ser consultado, el candidato socialdemócrata, quien fue amenazado de muerte hace unos años, evita el tema. "Ninguna de las cartas (con amenazas) venía de Alemania del Este, mucho menos de Halle", asegura.
La asociación Iniciativa para Personas Negas en Alemania (ISD, por sus siglas en alemán) también espera la victoria del senegalés.
La ISD lleva años peleando por los derechos de los africanos en el país. Su portavoz, Tahir Della, confía en que Diaby "cambie las cosas".
"No sabemos hasta qué punto podrá hacerlo, pero es muy positivo que se normalice la presencia de negros en puestos de responsabilidad política".
Muchos hijos de inmigrantes son de la misma opinión. El joven Dimitris Savvapetrakis es un alemán de raíces griegas que trabaja en el café Caramello, en la calle Graseweg de Halle.
Él vota el domingo y no disimula cuál será su elección. "Que haya un candidato negro es bueno, especialmente por el pasado nazi del país".
"¡Ay, Karamba!", le gritan ahora en las calles de Halle a Diaby. La frase es su lema de campaña y se difunde en prededores de su propaganda electoral.
La frase denota sorpresa o una exclamación. Algo quizás apropiado para una campaña que pareciera que tendrá un final histórico.
Diaby milita en el Partido Socialdemócrata (SPD, por sus sigles en alemán), que forma parte de la coalición de gobierno con los demócrata-cristianos de la canciller Angela Merkel. Y busca un escaño en representación de la ciudad de Halle, en Alemania Oriental, una región conocida por ser más pobre que el resto del país y por sus tensiones raciales.
"Todo era normal hasta que vino The New York Times", cuenta, sonriendo, un miembro de su equipo.
Diaby digiere poco a poco el éxito mediático de los últimos meses. Sin embargo, aclara: "Me gustaría que me reconocieran por ser bueno, y no por el color de mi piel",
Nacido en Senegal hace 52 años, Diaby llegó a Alemania en 1985, a la ciudad de Leipzig, cuando aún era la República Democrática Alemana (antes de la caída del Muro de Berlín).
Había sido becado para estudiar un doctorado en química, sin hablar un palabra de alemán. Aquel joven estudiante ni se imaginaba que décadas después sería concejal de su ciudad (nombrado en 2009) y podría hacer historia en su país adoptivo, cuya nacionalidad adoptó en 2001.
Política Diaby recibe a BBC Mundo en la sede del SPD en Halle, haciendo una pausa en su ajetreada campaña. Al principio de la conversación aclara que no llegó a la política por casualidad.
"Llevo toda la vida en esto. En Senegal era el representante de los estudiantes en la secundaria", dice ríendo.
Este candidato a legislador dice ser "alemán de la cabeza a los pies", y no sólo porque desde 2001 lo diga su pasaporte.
"Es muy positivo que se normalice la presencia de negros en puestos de responsabilidad política"
Asegura que hoy en día conoce bien a sus compatriotas y qué les interesa. Y de inmediato pasa a recordar un episodio que ha sido definitorio en su génesis como político y el aumento de su popularidad en Halle.
A principios de la década de los años 90, un empresario en Halle intentó construir un proyecto inmobiliario en tierras donde los locales cultivaban en huertos colectivos (una actividad muy popular en Alemania Oriental en la época), alegando que las parcelas estaban contaminadas.
Pero el químico Diaby demostró que la tierra se podía cultivar sin peligro y ello supuso un gran espaldarazo para el senegalés por parte de sus vecinos y marcó su despegue en la comunidad.
Asegura que actualmente se siente "muy integrado en la sociedad alemana".
"Bueno", rectifica, "digamos que al 95% porque echo de menos las especias y los sabores de la comida senegalesa… ¡el arroz con quimbombó!", exclama entusiasmado.
Entre acto y acto, acude a la sede de su partido para atender a la prensa. "Siempre voy en bici a todas partes, pero estos días son una locura y voy en auto".
En menos de 15 minutos de charla con BBC Mundo recibe más de cuatro llamadas. Se excusa y despacha de forma cordial y eficaz cada una de ellas.
"El interés de los medios en mi candidatura se debe a que ha quedado en evidencia que no hay políticos negros en la historia de Alemania", explica.
"¡Y luego nos gusta llamarnos abiertos y tolerantes! Hay 21 parlamentarios con un pasado inmigrante (entre ellos el ministro de Economía, Philipp Rösler, nacido en Vietnam), pero en esto somos un país en vías de desarrollo", afirma.
Simbolismo Diaby hace campaña en una región donde ha habido tensiones raciales.
Susi Möbbeck, delegada de Integración en la Consejería de Asuntos Sociales de la provincia de Sajonia-Anhalt, conoce bien a Diaby. Lo considera "auténtico y creíble".
Si resulta elegido, explica, "tendría un importante valor simbólico por ser quién es y por venir de Alemania del Este".
Möbbeck añade que la población inmigrante en esta región es mucho más baja que en el resto de Alemania.
"Cuando la convivencia con extranjeros no es habitual, la xenofobia es más clara".
Pero al ser consultado, el candidato socialdemócrata, quien fue amenazado de muerte hace unos años, evita el tema. "Ninguna de las cartas (con amenazas) venía de Alemania del Este, mucho menos de Halle", asegura.
La asociación Iniciativa para Personas Negas en Alemania (ISD, por sus siglas en alemán) también espera la victoria del senegalés.
La ISD lleva años peleando por los derechos de los africanos en el país. Su portavoz, Tahir Della, confía en que Diaby "cambie las cosas".
"No sabemos hasta qué punto podrá hacerlo, pero es muy positivo que se normalice la presencia de negros en puestos de responsabilidad política".
Muchos hijos de inmigrantes son de la misma opinión. El joven Dimitris Savvapetrakis es un alemán de raíces griegas que trabaja en el café Caramello, en la calle Graseweg de Halle.
Él vota el domingo y no disimula cuál será su elección. "Que haya un candidato negro es bueno, especialmente por el pasado nazi del país".
"¡Ay, Karamba!", le gritan ahora en las calles de Halle a Diaby. La frase es su lema de campaña y se difunde en prededores de su propaganda electoral.
La frase denota sorpresa o una exclamación. Algo quizás apropiado para una campaña que pareciera que tendrá un final histórico.
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