Bueno, no siempre duele mucho. Pero seguro que sabéis a qué me refiero: a ese golpe que causa un dolor agudo, que llega hasta el dedo meñique y que nos deja el brazo dolorido y como dormido durante unos instantes.
En algunos lugares dicen que es un golpe en “el hueso de la alegría”, en una clara aplicación de la ironía.
Pues bien, en esas ocasiones lo que ocurre es que el golpe ha afectado al nervio ulnar (también llamado nervio cubital).
Este nervio parte de las cervicales en dirección al dedo meñique de la mano, recorriendo todo el brazo por la parte anterior del húmero.
Contribuye al movimiento de la mano y la flexión del codo y tiene una función sensorial relativa al quinto dedo, a una parte del cuarto y a la sensibilidad de la palma y el dorso de la mano.
Ocurre que a su paso por el codo el nervio ulnar tiene una mínima protección. Y si el golpe incide en el nervio cuando la flexión del codo es tal que éste queda al descubierto entre la cabeza del cúbito, se dan las condiciones en las que se produce ese dolor agudo y paralizante.
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