BUENOS AIRES/EFE.- Seis meses
después de su muerte, la Justicia argentina aún no ha podido determinar
si el fiscal Alberto Nisman, encontrado con un tiro en la cabeza el 18
de enero, se suicidó o fue asesinado después de denunciar a la
presidenta Cristina Fernández por encubrimiento a terroristas.
"Tanto mi hermana como yo
les pedimos que nos acompañen y ayuden a encontrar la verdad sobre lo
que le pasó a mi papá", pidió Iara Nisman, una de las hijas del fiscal,
en un mensaje leído el viernes durante el homenaje a las víctimas del
atentado contra la mutualista judía AMIA, que dejó 85 muertos en 1994.
Un pedido secundado por la
comunidad judía, que siente que Nisman se ha convertido en una víctima
más del ataque contra la AMIA que el fiscal investigó durante la última
década y que se atribuye a Hizbulá.
Mientras se multiplican los
reclamos para llegar a conocer la verdad, la Justicia argentina analiza
pruebas y pide nuevas pericias sin llegar aún a conclusiones sobre las
circunstancias de una muerte que conmocionó a Argentina y provocó una
crisis institucional.
Nisman, nombrado fiscal
especial de la causa AMIA durante la gestión del fallecido expresidente
Néstor Kirchner (2003-2007), esposo de la actual mandataria, terminó
distanciado del Gobierno y denunció a Cristina Fernández por
encubrimiento de los supuestos autores iraníes del atentado contra la
mutualista judía.
El fiscal sostenía que la
presidenta estaba al tanto de un plan para encubrir a los terroristas en
virtud de un acuerdo sobre el caso AMIA suscrito con Irán en 2013 a
cambio de impulsar el intercambio comercial y acceder a petróleo iraní
en un contexto de crisis energética en Argentina.
Una acusación rechazada por
Fernández, que llegó a hablar de una "estrategia de desestabilización
política" y que sufrió un duro desgaste por el escándalo.
En los seis meses transcurridos desde su muerte, la tormenta que provocó el caso Nisman se ha ido diluyendo.
La presidenta ha remontado
la caída en su imagen, la Justicia argentina ha desestimado la denuncia
en su contra por considerar que carece de pruebas y los detalles que se
han desvelado sobre la investigación han dañado la credibilidad del
proceso.
Las imágenes de agentes
manejando documentación personal sin protección en la vivienda de Nisman
la noche en que fue encontrado muerto, limpiando la sangre de la
pistola que acabó con su vida o deambulando por la casa desataron al
indignación de los argentinos.
La línea oficial de
investigación se inclina, desde el principio, por la teoría del
suicidio, mientras los peritos independientes contratados por la exmujer
del fiscal, la jueza Sandra Arroyo Salgado, sostienen que se trató de
un homicidio.
Ni siquiera se ponen de
acuerdo con la fecha de la muerte, que, según la investigación de la
familia, se habría producido un día antes de que fuera encontrado
muerto.
La cuestionada fiscal que conduce la investigación, Viviana Fein, todavía no ha presentado un informe definitivo.
Tampoco se ha aclarado el
papel de Diego Lagomarsino, el colaborador informático de Nisman que le
entregó el arma calibre 22 que acabó su vida.
Nada se sabe de quien
debería ser el espía más buscado de Argentina, Jaime Stiuso, un hombre
que estuvo muy vinculado al poder, mantenía una estrecha relación con el
fiscal y ahora se encuentra en paradero desconocido.
El penúltimo capítulo del
caso lo ha escrito el perito estadounidense Ciryll Wecht, un patólogo
que trabajó en investigaciones tan sonadas como los asesinatos de los
Kennedy o Martin Luther King, y que, a la vista de las pruebas, descarta
el suicidio.
Tras revisar material sobre
este caso, "creo que es mucho más probable que haya sido un homicidio
que un suicidio", dijo Wecht en una reciente entrevista con el programa
de la televisión local Periodismo para Todos.
A la espera de respuestas,
la comunidad judía advierte que "la salud de la República estará en
jaque hasta tanto un hecho de tamaña gravedad no sea esclarecido"....Fuente:Diariolibre
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