SANTO DOMINGO. “En
el terreno y fuera, Pedro verdaderamente único en su clase”, títula el
Boston Globe, que califica a Martínez como el atleta más influyente de
la ciudad, por encima de íconos como Ted Williams o Carl Yastrzemski, y
coloca su influencia en la ciudad como una sin precedentes.
A continuación, un extracto del artículo firmado por Bob Hohler.
Era un asesino del béisbol al que le gustaban los tulipanes. Lo llamaban un caza cabezas, y él construyó iglesias. Lanzó un anciano al suelo, y ayudó a los necesitados. Orgullosamente privado, a menudo se convertía en payaso, un payaso nudista. Bromeaba, se enfocaba y lanzaba.
En 115 años de béisbol en Boston, Pedro Martínez reina como el gran maestro, un jirón de un hombre que superó a los poderosos, rompió barreras sociales desde el Fenway Park al Fuerte de la Independencia, e hizo recuerdos encantadores sobre cómo ayudó a los Medias Rojas a frenar la sequía de 86 años sin lograr una Serie Mundial en ruta a su inducción mañana al Salón de la Fama del béisbol.
Fue más que el Ted Williams de su tiempo. Más que el Carl Yastrzemski de su generación. Tan fascinante en el terreno como carismático fuera, Martínez no solamente alcanzó el zenit de su deporte, sino que también cautivó la región a través de las culturas en una manera que ningún otro atleta en la ciudad lo había hecho antes y después.
“Crecí en Boston, y nunca olvidaré esa imagen”, dijo Alberto Vasallo, presidente del periódico El Mundo Boston. “La primera vez que vi a un niño rubio de ojos azules del sur de Boston utilizando una camiseta de los Medias Rojas con el nombre Martínez y el número 45 grande en su espalda, supe de inmediato que Pedro a través del deporte había roto la barrera étnica de la ciudad”.
Mucho después de que Martínez lanzara para Boston por última vez, los niños quieren ser como él. Titanes cívicos atesoran las pequeñas gracias que compartieron con él. Generaciones de personas de Nueva Inglaterra lo mantienen en sus corazones, quizás ninguno más que la diáspora dominicana.
Autobuses de domínico-americanos están programados para salir de Jamaica Plain mañana en ruta a Cooperstown. Recuerdan los días antes de Martínez llegar, cuando muchos latinos se sentían privados de sus derechos en Boston, no bienvenidos no sólo como fanáticos o empleados en el Fenway Park, sino en toda la ciudad.
Martínez se mantiene tan cercano a la comunidad dominicana en Boston, que inevitablemente visita Jamaica Plain en sus viajes a Boston, como el mes pasado, cuando fue a recortarse al lugar.
Si Tom Menino estuviese vivo, el ex alcalde de Boston estaría en Cooperstown con él. Menino y el ejecutivo bancario Chad Gifford asumieron a Martínez tan pronto como llegó en 1998, y lo ayudó a ganar la ciudad. Cuando Martínez y el alcalde aparecieron juntos en el verano de 1998 en el festival anual dominicano en Franklin Park, firmaron una nueva era de inclusión en el béisbol de Boston. La comunidad hispana respondió tan ansiosa que los negocios pronto se ajustaron.
El Boston Globe comenzó a publicar las historias de los partidos de Martínez en español. McDonald’s lanzó campañas publicitarias en español con Martínez lanzando una hamburguesa de doble queso de 99 centavos. Había una marca Pedro Salsa y Bella Luna en Jamaica Plain, en la cual Martínez frecuentaba en las noches latinas en las escaleras de Milky Way Lunge & Lanes, que introdujo la Pedro pizza, con carne a la parrilla y cebolla.
Versión Nathanael
Pérez Neró/Diariolibre.com
A continuación, un extracto del artículo firmado por Bob Hohler.
Era un asesino del béisbol al que le gustaban los tulipanes. Lo llamaban un caza cabezas, y él construyó iglesias. Lanzó un anciano al suelo, y ayudó a los necesitados. Orgullosamente privado, a menudo se convertía en payaso, un payaso nudista. Bromeaba, se enfocaba y lanzaba.
En 115 años de béisbol en Boston, Pedro Martínez reina como el gran maestro, un jirón de un hombre que superó a los poderosos, rompió barreras sociales desde el Fenway Park al Fuerte de la Independencia, e hizo recuerdos encantadores sobre cómo ayudó a los Medias Rojas a frenar la sequía de 86 años sin lograr una Serie Mundial en ruta a su inducción mañana al Salón de la Fama del béisbol.
Fue más que el Ted Williams de su tiempo. Más que el Carl Yastrzemski de su generación. Tan fascinante en el terreno como carismático fuera, Martínez no solamente alcanzó el zenit de su deporte, sino que también cautivó la región a través de las culturas en una manera que ningún otro atleta en la ciudad lo había hecho antes y después.
“Crecí en Boston, y nunca olvidaré esa imagen”, dijo Alberto Vasallo, presidente del periódico El Mundo Boston. “La primera vez que vi a un niño rubio de ojos azules del sur de Boston utilizando una camiseta de los Medias Rojas con el nombre Martínez y el número 45 grande en su espalda, supe de inmediato que Pedro a través del deporte había roto la barrera étnica de la ciudad”.
Mucho después de que Martínez lanzara para Boston por última vez, los niños quieren ser como él. Titanes cívicos atesoran las pequeñas gracias que compartieron con él. Generaciones de personas de Nueva Inglaterra lo mantienen en sus corazones, quizás ninguno más que la diáspora dominicana.
Autobuses de domínico-americanos están programados para salir de Jamaica Plain mañana en ruta a Cooperstown. Recuerdan los días antes de Martínez llegar, cuando muchos latinos se sentían privados de sus derechos en Boston, no bienvenidos no sólo como fanáticos o empleados en el Fenway Park, sino en toda la ciudad.
Martínez se mantiene tan cercano a la comunidad dominicana en Boston, que inevitablemente visita Jamaica Plain en sus viajes a Boston, como el mes pasado, cuando fue a recortarse al lugar.
Si Tom Menino estuviese vivo, el ex alcalde de Boston estaría en Cooperstown con él. Menino y el ejecutivo bancario Chad Gifford asumieron a Martínez tan pronto como llegó en 1998, y lo ayudó a ganar la ciudad. Cuando Martínez y el alcalde aparecieron juntos en el verano de 1998 en el festival anual dominicano en Franklin Park, firmaron una nueva era de inclusión en el béisbol de Boston. La comunidad hispana respondió tan ansiosa que los negocios pronto se ajustaron.
El Boston Globe comenzó a publicar las historias de los partidos de Martínez en español. McDonald’s lanzó campañas publicitarias en español con Martínez lanzando una hamburguesa de doble queso de 99 centavos. Había una marca Pedro Salsa y Bella Luna en Jamaica Plain, en la cual Martínez frecuentaba en las noches latinas en las escaleras de Milky Way Lunge & Lanes, que introdujo la Pedro pizza, con carne a la parrilla y cebolla.
Versión Nathanael
Pérez Neró/Diariolibre.com
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