¿Y eso por qué?
Las botellas de agua (habitualmente de plástico) que se comercializan, están destinada a un único uso y se deben desechar una vez consumido su contenido. El tipo de plástico utilizado así lo aconseja.
Pero es algo habitual volverlas a utilizar rellenándolas de nuevo con agua. Y si has hecho esto alguna vez habrás observado que el agua parece diferente, con un sabor e incluso olor poco agradable. Es entonces cuando se tira.
¿Qué ha ocurrido?
Las botellas están hechas de un tipo de plástico llamado tereftalato de polietileno (PET), un plástico que aunque preserva la calidad del agua embotellada, se va degradando una vez se abre la botella.
Pero mayor incidencia tiene el agua con la que la rellenemos y si tiene cloro o no. Y más aún nuestras propias bacterias, las que tenemos en la boca y en la saliva y que transmitimos a la botella al beber a morro y las que tenemos en la mano y en los dedos y que transmitimos simplemente al desenroscar el tapón.
Todo ello estropea el agua que sabe raro, que huele peor y que puede afectar nuestra salud si la ingerimos.
Así que la respuesta es no. No debemos rellenar una botella de plástico de agua embotellada.
Ahora bien, hay en el mercado botellas, botellines y bidones de plástico para rellenar de agua y reutilizar repetidas veces con su conveniente limpieza entre usos. Pero son de otro tipo de plástico.
¿Y como los distinguimos?
En la base del recipiente hay un símbolo de reciclaje con un número en su interior. El 1 corresponde al PET. El resto de bidones aptos para el relleno muestra un número más elevado.
Para saber más sobre cada número pulsa aquí.
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