NUEVA YORK/Elnuevodiario._ Posiblemente cientos de
dominicanos y dominicanas, consiguieron mucho dinero fingiendo
accidentes de tránsito falsos para cobrar las demandas a las compañías
de seguros entre la década de los ochentas y después del año 2000.
Los involucrados, se combinaban con choferes y
propietarios de vehículos para montar un "escenario" en el que
participaba más de un carro y en la mayoría de los casos, los
"pasajeros" sumaban varias personas.
Uno de los conductores, "chocaba" al otro vehículo
y aunque los implicados, falsas "víctimas", no resultaran con lesiones,
fingían haber sido heridos o sufrir serios golpes.
Incluso, muchos que no tuvieron golpes físicos
visibles se hicieron los "locos" para poder cobrar cientos de miles de
dólares en demandas.
Sus principales cómplices eran los llamados
doctores "quiroprácticos" que conscientes de que nada les había ocurrido
a las "víctimas" de los fingidos accidentes, diagnosticaban lo
contrario para asegurar su parte monetaria en los fraudes.
Esos fraudes, forzaron a que las compañías de
seguros aumentaran descomunalmente el costo de las pólizas en desmedro
de la gran mayoría de conductores que fueron el blanco de las alzas,
pagando justos por pecadores.
Había hasta quienes se dedicaban a reclutar a
otros a cambio de un porcentaje considerable del dinero que se ganaría
en una demanda contra las aseguradoras.
Hasta entonces, no existían leyes drásticas que
penalizaran esos fraudes y los seguros carecían de equipos de
investigadores con suficiente personal y avances tecnológicos que les
permitieran enfrentar el delito por sí mismos.
La situación hizo que algunas empresas
desaparecieran del mercado y que otras se fortalecieran haciendo
millonarias inversiones para evitar el robo del dinero.
Uno de los casos que más llamó la atención, fue el
de la bisabuela dominicana Altagracia Arias de 65 años de edad y quien
en el 20º3 residía en Lawrence.
La dominicana, tal vez desesperada por conseguir
dinero rápido y fácil se prestó a fingir que era "pasajera" de un carro
Acura Legend 1992 y consciente de que se trataba de una combinación
entre el conductor de ese vehículo y el otro que sería "chocado", se
montó sin pensarlo dos veces a cambio de $1.000 dólares por actuar, más
la promesa de otros miles si se ganaba la demanda.
También la bisabuela dominicana que estaba
ingresada en el Centro para Envejecientes de Lawrence, ofertó a varias
personas venderles asientos a $200 por cabeza.
Pero ella no pudo vivir para disfrutar del dinero,
porque el 4 de septiembre del 2003, el vehículo nunca llegó a chocar al
otro, porque el chofer perdió el control y se estrelló contra un poste
de madera en la intersección de las calles Ferry y Haverhill.
Arias, sufrió un golpe letal en el cerebro que le provocó una hemorragia y le produjo la muerte.
Esos fraudes, habían arrancado muchos millones de dólares a las compañías de seguros.
Aunque murió durante la comisión de un fraude, su
muerte se convirtió en el catalizador para un cambio drástico en las
leyes contra ese delito en el estado.
Su caso se convirtió en un modelo nacional para
los nueve grupos de trabajo creados para combatir los fraudes
automovilísticos en un esfuerzo denominado Iniciativas Contra Fraudes de
Seguros de la Comunidad (CIFI) en los que participaron policías,
fiscales, abogados especializados, investigadores oficiales y privados y
legisladores.
A 10 años de la muerte de Arias, las autoridades
de Lawrence recuerdan los enormes esfuerzos que tuvieron que hacer
durante una década para reducir a su mínima expresión la comisión de ese
tipo de fraudes.
Docenas de comunidades fueron integradas al plan.
Autor: Miguel Cruz Tejada
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