Miles de policías neoyorquinos dieron la espalda el domingo al alcalde
Bill de Blasio cuando pronunció el elogio fúnebre de un agente
asesinado, en un nuevo desaire al funcionario a pesar de los ruegos del
jefe de policía de que no lo hicieran.
El alarde de desdén se produjo frente a la casa funeraria donde se
recordó al agente Wenjian Liu como la encarnación del sueño americano:
inmigrante a los 12 años, se dedicó a ayudar a los demás en su país de
adopción. El gesto acrecentó la tensión entre el alcalde y los agentes
que escuchaban su discurso en una pantalla.
"Al comenzar el año nuevo, un año al que llegamos con doble pesadumbre
por la muerte de Liu y su compañero Rafael Ramos, consagrémonos
nuevamente a las grandes tradiciones neoyorquinas de comprensión mutua y
convivencia armoniosa. Avancemos fortaleciendo los lazos que nos unen y
trabajemos juntos para alcanzar la paz", dijo de Blasio.
Agentes de todo el país asistieron al funeral de Liu, muerto el 20 de diciembre.
Cuando arribó la familia de Liu, el jefe de policía William Bratton envió el tuit "Nunca olvidaremos su sacrificio".
En la víspera, un día frío y lluvioso, se formaron largas colas para asistir al velatorio.
El asesino, Ismaaiyl Brinsley, se suicidó poco después de la emboscada, realizada a plena luz del día en una calle en Brooklyn.
"Esta es una historia realmente trágica", declaró el gobernador Andrew
Cuomo, que asistió al velorio del policía dos días después del
fallecimiento de su padre Mario Cuomo, ex gobernador de Nueva York.
"Esto en verdad carece de sentido... No hicieron nada malo", dijo
refiriéndose a los agentes fallecidos. "No fue por ellos. Fue mero odio
al azar".
Los investigadores dicen que Brinsley era un individuo solitario,
perturbado emocionalmente, que antes de ultimar a los agentes había
publicado comentarios en internet que hacían referencia a las muertes de
hombres negros desarmados a manos de policías blancos, prometiendo
poner "alas a los cerdos".
El asesinato de los agentes exacerbó los sentimientos que rodean al ya
de por sí tenso debate nacional sobre la conducta de los policías. Desde
el asesinato de Ramos y Liu, la policía de Nueva York ha investigado al
menos 70 amenazas contra sus efectivos y más de una decena de personas
han sido arrestadas.
El líder del sindicato de policías, que están negociando un contrato con
el gobierno municipal, volvió la espalda al alcalde en el hospital el
día de los asesinatos. Ese gesto fue imitado por cientos de policías que
dieron la espalda a la gran pantalla en la que se mostraba al alcalde
de Blasio durante el funeral de Ramos.
Muchas personas, incluso al cardenal Timothy Dolan, han pedido calma e
instado a todas las partes a rebajar el tono. Este fin de semana, el
jefe de policía, William Bratton, emitió un comunicado a los agentes
pidiendo respeto y declarando que "el funeral de un héroe es para el
duelo, no para quejarse".
El funeral de Liu se retrasó para que sus parientes en China pudieran
viajar a Nueva York. Después se celebrará un entierro en el cementerio
de Cypress Hills.
El sábado se organizó una pequeña vigilia en Chinatown que congregó a
miembros de la comunidad, que quemaron pedazos de papel en honor de Liu
cumpliendo con la tradición china.
Agentes uniformados de todo el país dijeron haber viajado a Nueva York
para recordar a Liu, siguiendo su propia tradición de solidaridad entre
policías tras la muerte de un agente.
"Cuando ocurre aquí, nos ocurre a nosotros", dijo el sábado tras el
velorio el agente de la policía de Los Ángeles Hannu Tarjamo. "No
importa si ocurre aquí, o en Los Ángeles, o en Luisiana. Es un acto de
barbarie que debe ser condenado por la sociedad"
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