Nueva York — En la muerte de Viridiana Victorio en un
ataque casero, el silencio de muchos es el implicado que nadie menciona y
el principal responsable de que ahora sus tres niños no tengan claro su
futuro.
En Nueva York, la violencia doméstica tiene efectos complicados para los inmigrantes hispanos,
especialmente para los indocumentados. En el caso de la mexicana, que
murió supuestamente apuñalada por su pareja en Queens la semana pasada,
familiares y vecinos dan fe del infierno de violencia en que vivía. No
obstante, ahora sus tres hijos menores están a cargo de la Agencia de
Servicios Infantiles, mientras el padre es el principal sospechoso de su
crimen.
"El problema con los niños de estas familias inmigrantes
es quién los reclama luego", dijo Cecilia Gastón, directora ejecutiva
de Violence Intervention Program (VIP), una organización que ayuda a este tipo de víctimas en Nueva York.
"Si nadie que demuestre autoridad legal sobre ellos los reclama a
tiempo, acabarían en foster care [servicio de acogida] y de ahí es muy
difícil sacarlos".
Para evitar que esto ocurra, Gastón aconseja
tener un plan, cuyo primer paso es registrar a los menores en el
consulado correspondiente, aunque ellos hayan nacido en Estados Unidos.
Esto permite —agregó la experta— que el consulado tenga autoridad para
entregárselos a un pariente en el lugar de origen, cuando no tienen
otros familiares en el país.
Muchos vecinos de Victorio
sabían que ella era maltratada, pero ninguno denunció la situación,
incluso a veces por petición de la misma madre, cuya condición
migratoria no ha sido revelada. Esta situación es muy común –advierten
los expertos- por la desconfianza en las autoridades.
"El miedo a
que se deporte a alguien adquiere preferencia", explicó Gastón. "La
realidad es que la agresividad de las autoridades contra el inmigrante
indocumentado es tal que nuestras comunidades prefieren ocultarlo todo",
opinó.
Por ello se recomienda que los vecinos orienten a la
víctima para saber qué alternativas tiene y que muchas organizaciones
ofrecen ayuda gratuita y confidencial.
"Si un vecino le da apoyo y
le da un teléfono al que llamar, donde le digan que no tiene que vivir
sujeta a ese abuso, eso puede significar la diferencia entre la vida y
la muerte", aseguró Karina Aybar-Jacobs, directora del programa contra
la violencia doméstica Nuevo Amanecer, que ayuda especialmente a latinas
en Nueva York.
La familia puede también propiciar el silencio.
En una ocasión, recordó Gastón, VIP asistió a una niña inmigrante, de 13
años, quien denunció a su padre por pegarle a su madre. Como
consecuencia, el padre fue deportado y los familiares repudiaron a la
madre y a sus hijos por ello.
En este sentido, destacó
Aybar-Jacobs, la falta de adiestramiento de los agentes puede ser un
gran obstáculo. "La víctima está en un momento emocional complicadísimo y
seguro no puede articular bien lo que le está pasando". Si, además, el
abusador habla inglés –agregó— podría manipular la situación a su favor.
"La
única solución es siempre pedir ayuda antes de que el caso llegue a
mayores", advirtió Cecilia Gastón. "Una vez que la Policía tiene que
intervenir, la cosa se complica"........
jueves, 11 de julio de 2013
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