Santa Claus, Father Cristmas, Kolya, Niklas, Pezel-Nichol,
Semiklaus, Svaty Mikulas, Sinterklass, Papá Noel, Baboo Natale, Knecht
Ruprecht, Père Noël… son diferentes nombres para el mismo personaje
patriarcal, tierno y protector que reparte regalos a todos los niños
del mundo durante la noche del día de Navidad. Anteriormente se le llamó
San Nicolás y mucho antes se le conoció como Señor Invierno en centro-europa.
San
Nicolás, nacido en Licia (Asia Menor) a finales del siglo III, Obispo
de Myra y patrono de Rusia y Grecia, fue una de las figuras más
veneradas durante toda la Edad Media tanto en Oriente como en Occidente,
y muy especialmente en Bari (Italia) donde se conservan sus reliquias,
recuperadas de los musulmanes en 1087 por marinos italianos.
Provenía de una familia adinerada y a la muerte de sus padres se
encaminó a la vida religiosa, haciéndose muy popular por su amor a los
niños entre los que repartió su fortuna personal. Su fama se extendió y
le fueron atribuidas historias milagrosas o de gran bondad como repartir
regalos en salidas nocturnas, calmar tempestades o resucitar muertos.
Un relato destaca entre los demás y en él se reconocen algunos aspecto de la tradición. Se trata del relato de Las tres hermanas:
En la ciudad de Patara había tres niñas que no se podían casar porque
eran pobres y su padre no tenía dinero para la dote. Por lo que el
hombre decide venderlas cuando alcancen edad de ser desposadas.
Enterado San Nicolás acude a la casa para entregar una bolsa de
monedad de oro, pero para no ser descubierto la lanza a través de la
ventana y ésta cae dentro de un calcetín que la joven había colgado en
la chimenea para que se secase.
El viaje se repite para cada una de las niñas cuando llega el momento.
En otras versiones el padre decide prostituirlas, la bolsa de oro son
ahora lingotes y éstos son lanzados por el hueco de la chimenea.
En invieno se celebraban las saturnales o fiestas de Saturno
en el Imperio Romano. Estas fiestas y ceremonias religiosas terminaban
con la entrega de regalos a los niños por parte de todos. La costumbre
pervivió al paso del tiempo y en cada lugar era un personaje diferente
el encargado de entregar regalos: Befana, la bruja buena, los entregaba a
los niños italianos, el Tió a los niños catalanes, el gigante Olentzero
a los niños vascos. Y duendes, campesinos de barba blanca, carboneros y
otros tenían la misma función en otros parajes. El personaje de San
Nicolás hizo de aglutinador.
La tradición de San Nicolás arraigó especialmente en Holanda a partir
del siglo XIII, llegando a nombrarle santo protector de Amsterdam. En
aquellos días se le representaba con barba blanca, ornamentos
eclesiásticos, montado en burro y cargando un saco con regalos para los
niños buenos y varas para los desobedientes.
Hacia el siglo XVII llegaba en un barco llamado Spanje (España), con un caballo blanco y un sirviente moro llamado Zwarte Piet
(Pedro el negro), que cargaba un saco con golosinas que, cuando quedaba
vacío, servía para meter en él a todos los niños que se habían portado
mal durante el año y entonces los llevaba a España (un castigo horrible
para la época, ya que ambos países eran enemigos).
En Europa no ocurrió lo mismo debido a la tradición reformista
inspirada por Lutero, que intentó sustituir al portador de regalos por
el propio Niño Jesús —el Cristkind— aunque sin éxito. Aunque sí
que tuvo un efecto, pues San Nicolás entregaba los regalos durante la
noche del 5 al 6 de diciembre y el rápido avance de la costumbre de
entregar los regalos del niño Dios en el día de Navidad, forzó que él
también entregara los regalos ese día.
Cuando en 1624 los emigrantes holandeses fundaron Nueva Holanda en el
continente americano —Nueva York al pasar a dominio inglés— trajeron
con ellos su Sinterklaas, que luego derivó en Santa Claus
por la pronunciación anglosajona y desde aquí se popularizó a todo el
continente norteamericano, dejando en el camino a su sirviente moro.
Más tarde la tradición hizo el camino inverso y fue Santa Claus quién se popularizó en Europa.
La imagen de Santa Claus fue pasando por diversos estadios hasta
llegar a su forma actual. En un poema de 1823 escrito por Clement C.
Moore, cambió el trineo tirado por un caballo blanco por uno tirado por
renos y lo describió como un tipo alegre, robusto, gordo y de baja
estatura. Y situó su llegada en la vigilia de Navidad.
Posteriormente el dibujante Thomas Nast creó la imagen del personaje
vestido de rojo, con gorro y botas altas que saltó a todas las revistas
infantiles y periódicos de su tiempo, añadiéndole detalles como el
taller del polo norte y su vigilancia sobre los niños buenos y malos de
todo el mundo.
Finalmente fue la Coca Cola la que le dio su actual aspecto
en 1931, al encargar a Hadbon Sundblom —dibujante de origen sueco— que
remodelara el Santa Claus de Nast.
Éste creó un personaje eternamente jovial, más alto, más gordinflón,
cargado de años, con barba y bigotes blancos y sedosos, y con ojos
pícaros y chispeantes. Mantuvo los colores rojo y blanco —que son los de
la compañía— e hizo su traje más lujoso.
sábado, 23 de diciembre de 2017
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