NUEVA YORK/EDLP. — La muerte del comediante mexicano Roberto Gómez Bolaños avivó la "chavomanía" en la Gran Manzana y
sus seguidores lo recuerdan con juguetes, camisetas y sonrisas. “Sin
querer queriendo” el entrañable personaje de El Chavo del Ocho aún
conquista corazones y sus frases pegajosas trascienden de generación en
generación, convirtiendo a la Gran Manzana en su nueva vecindad.
“Cuando veo a las señoras con rulos caminando por la (calle) 116 me acuerdo de Doña Florinda”, comentó el puertorriqueño Celso Cardona (42), residente de El Barrio y fiel seguidor de la serie de las series televisivas de Gómez Bolaños. “No hay que nacer mexicano para reír con Chespirito”.
Félix Torres (41), propietario de la juguetería Castillo Mini-Mall, en la calle 115 y la Tercera Avenida, creció con las precias y ocurrencias del Doctor Chapatín, Chaparrón Bonaparte y el audaz Chapulín Colorado. El comerciante asegura que de vez en cuando “se le chispotean” las frases que hicieron famoso al niño del barril, El Chavo del Ocho.
Torres
no oculta su chavomanía de corazón y su negocio es un escaparate para
dar rienda suelta a las memorias infantiles. En la acogedora y colorida
juguetería se venden camisetas, muñecos parlanchines, llaveros, dominós,
gorras y figuras de colección.
“Hay clientes que gastan cientos
en una compra. Los juguetes provocan nostalgia en los padres y alegría
en los hijos”, apuntó. “A mi hija Marilí (4) le gusta El Chavo porque a
mí me gusta. Es muy graciosa escuchar las frases del Chavito en la voz
de mi niña”.
La compañía diseñadora de juguetes Jakks Pacific, con sede en Malibu,
no desaprovechó la chavomanía que se vive en el país, produciendo
muñecos parlanchines que se venden como pan caliente en los vecindarios
latinos de NY.
“Se acaban bien rápido”, comentó Félix. “El Chavito
es el que más se vende. Los demás personajes de la vecindad son menos
populares”.
Los padres no reparan en gastar $15 por un Kiko de
mejillas abultadas o $12 por una playera estampada con la neurótica
Bruja del 71. En tiendas mexicanas de artesanía, se encuentran desde
dulceros hasta alcancías.
“Es un gran cariño el que le tiene la gente. El comediante murió, pero su legado queda inmortalizado”, dijo Carlos Pérez (31), cliente de la tienda. “En casa, a mis hijas les digo Chimultrafia cuando recién salen de la cama. Los personajes son parte de nuestra vida”.
Los
latinos lamentaron la muerte del comediante, pero al mismo tiempo
siguen riendo con los personajes y las frases que se hicieron parte de
la jerga hispana.
“En mi trabajo apodamos a un compañero Maestro Longaniza porque es bien alto y flaco. Chespirito no murió, nada más cambio de escenario. Se fue al cielo a hacer reír a los angelitos”.
En otros vecindarios, la chavomanía también se apoderó de los negocios latinos. En Bushwick, Morales Deli Grocery Store hace su agosto con las piñatas y llevaros. Blandie Medina, gerente, comentó que estos productos se venden con rapidez.....
domingo, 30 de noviembre de 2014
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