El viejo código de Cosa Nostra (la mafia de Sicilia) aseguraba que los
"hombres de honor", como se definen sus integrantes, no mataban a
mujeres y niños, un falso mito lejos de la verdad, como prueban los
últimos asesinatos de dos pequeños, de tres y cuatro años.
En Italia siempre se recuerda este viejo código del que "presumían" los llamados "hombres de honor" cuando un pequeño muere a manos del crimen organizado, pero se reconoce que nunca se ha cumplido como prueba la larga y triste historia de las mafias que tejen sus hilos en todo el territorio.
Los hombres de "deshonor" de Cosa Nostra, de la Ndraghetta (la mafia calabresa), la Camorra (de Nápoles) o la Sacra Corona Unita (Apulia) nunca se han detenido ante un pequeño a la hora de acometer sus ajustes de cuentas.
La última pequeña víctima ha sido Domenico Petruzzeli, de tres años, fallecido el pasado martes junto con su madre y el nuevo compañero de esta tras ser acribillados a balazos mientras viajaban en coche en una carretera de Taranto, en la región de la Apulia (sur).
"Mimmo", como le llamaban, viajaba delante sentado en el puesto del copiloto con la nueva pareja de su madre, Cosimo Orlando, de 43 años, mientras que sus dos hermanos, de seis y siete años, fueron encontrados aterrorizados en los asientos posteriores.
Su madre Carla Maria Fornari, de 30 años, se había quedado viuda en 2011 cuando el padre de los tres niños, Domenico Petruzzeli, fue asesinato también en uno de los tantos episodios de ajustes de cuentas entre familias mafiosas de la Sacra Corona Unita.
El asesinato de "Mimmo" llegó mientras Italia aún no se había recuperado del homicidio del 20 de enero de Nicola, llamado Coco, de tres años, encontrado carbonizado junto a su abuelo dentro de un coche en medio de un campo en Cassano allo Jonio, en Cosenza (Calabria), en lo que todo indica fue un ajuste de cuentas entre los miembros de la Ndrangueta, la mafia de Calabria (sur).
La conmoción por este vil asesinato llegó hasta al papa Francisco que durante un Ángelus pidió rezar por Coco y "por las personas que han hecho esto para que se arrepientan y se conviertan al Señor".
Según los datos de la asociación Libera, contra las mafias, fundada en 1995 por el sacerdote Luigi Ciotti, las mafias han asesinado en sus historia a 81 niños.
La primera víctima de la crueldad de la mafia fue el pastor Giuseppe Letizia, de 13 años, testigo del asesinato del sindicalista de Corleone Placido Rizzoto, ingresado en una clínica y asesinado con una inyección letal por el doctor y miembro de Cosa Nostra Michele Navarra para que no abriera la boca.
Se rememora siempre cuando suceden estos episodios el más brutal asesinato de la historia de Cosa Nostra, el de Giuseppe Di Matteo, de 12 años, secuestrado en 1996 y asesinado y disuelto en ácido clorhídrico dos años después de su secuestro sólo porque su padre, exmafioso había accedido a colaborar con la Justicia.
La mayoría de las pequeñas víctimas murieron al encontrarse en medio de tiroteos, como Domenico Gabriele, de 11 años, que murió en 2009 en Crotone mientras jugaba al fútbol con sus amigos, porque la Ndrangheta no dudó en abrir fuego en un campo donde jugaban habitualmente lo críos.
Otros como Gioachino Costanzo o Valentina Terraciano, ambos de dos años, murieron en 1995 y en 2000 alcanzados por las balas que iban dirigidas a sus padres.
Los despiadados sicarios de Cosa Nostra no dudaron en asesinar a Claudio Domino, de 10 años, con un disparó en la cabeza en 1986 para vengarse de su familia.
Annalisa Durante, una joven napolitana de 14 años, cayó mientras caminaba por su barrio, Forcella, víctima de los disparos de dos sicarios en motocicleta que trataban de ejecutar al camorrista Salvatore Giuliano el 27 de marzo de 2004.
Annalisa escribía en su diario: "Me encantaría huir de aquí. Yo en Nápoles tengo miedo".
En Italia siempre se recuerda este viejo código del que "presumían" los llamados "hombres de honor" cuando un pequeño muere a manos del crimen organizado, pero se reconoce que nunca se ha cumplido como prueba la larga y triste historia de las mafias que tejen sus hilos en todo el territorio.
Los hombres de "deshonor" de Cosa Nostra, de la Ndraghetta (la mafia calabresa), la Camorra (de Nápoles) o la Sacra Corona Unita (Apulia) nunca se han detenido ante un pequeño a la hora de acometer sus ajustes de cuentas.
La última pequeña víctima ha sido Domenico Petruzzeli, de tres años, fallecido el pasado martes junto con su madre y el nuevo compañero de esta tras ser acribillados a balazos mientras viajaban en coche en una carretera de Taranto, en la región de la Apulia (sur).
"Mimmo", como le llamaban, viajaba delante sentado en el puesto del copiloto con la nueva pareja de su madre, Cosimo Orlando, de 43 años, mientras que sus dos hermanos, de seis y siete años, fueron encontrados aterrorizados en los asientos posteriores.
Su madre Carla Maria Fornari, de 30 años, se había quedado viuda en 2011 cuando el padre de los tres niños, Domenico Petruzzeli, fue asesinato también en uno de los tantos episodios de ajustes de cuentas entre familias mafiosas de la Sacra Corona Unita.
El asesinato de "Mimmo" llegó mientras Italia aún no se había recuperado del homicidio del 20 de enero de Nicola, llamado Coco, de tres años, encontrado carbonizado junto a su abuelo dentro de un coche en medio de un campo en Cassano allo Jonio, en Cosenza (Calabria), en lo que todo indica fue un ajuste de cuentas entre los miembros de la Ndrangueta, la mafia de Calabria (sur).
La conmoción por este vil asesinato llegó hasta al papa Francisco que durante un Ángelus pidió rezar por Coco y "por las personas que han hecho esto para que se arrepientan y se conviertan al Señor".
Según los datos de la asociación Libera, contra las mafias, fundada en 1995 por el sacerdote Luigi Ciotti, las mafias han asesinado en sus historia a 81 niños.
La primera víctima de la crueldad de la mafia fue el pastor Giuseppe Letizia, de 13 años, testigo del asesinato del sindicalista de Corleone Placido Rizzoto, ingresado en una clínica y asesinado con una inyección letal por el doctor y miembro de Cosa Nostra Michele Navarra para que no abriera la boca.
Se rememora siempre cuando suceden estos episodios el más brutal asesinato de la historia de Cosa Nostra, el de Giuseppe Di Matteo, de 12 años, secuestrado en 1996 y asesinado y disuelto en ácido clorhídrico dos años después de su secuestro sólo porque su padre, exmafioso había accedido a colaborar con la Justicia.
La mayoría de las pequeñas víctimas murieron al encontrarse en medio de tiroteos, como Domenico Gabriele, de 11 años, que murió en 2009 en Crotone mientras jugaba al fútbol con sus amigos, porque la Ndrangheta no dudó en abrir fuego en un campo donde jugaban habitualmente lo críos.
Otros como Gioachino Costanzo o Valentina Terraciano, ambos de dos años, murieron en 1995 y en 2000 alcanzados por las balas que iban dirigidas a sus padres.
Los despiadados sicarios de Cosa Nostra no dudaron en asesinar a Claudio Domino, de 10 años, con un disparó en la cabeza en 1986 para vengarse de su familia.
Annalisa Durante, una joven napolitana de 14 años, cayó mientras caminaba por su barrio, Forcella, víctima de los disparos de dos sicarios en motocicleta que trataban de ejecutar al camorrista Salvatore Giuliano el 27 de marzo de 2004.
Annalisa escribía en su diario: "Me encantaría huir de aquí. Yo en Nápoles tengo miedo".
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