Después de mantener una relación íntima hay un momento de relax en el
que la unión de la pareja puede hacerse más fuerte y en el que las
palabras casi sobran. Son instantes preciosos donde aparecen otros
sentimientos distintos a la pasión pero igual de importantes: ternura,
complicidad, deseo de compartir nuevas experiencias… pero ese instante tan especial puede venirse abajo con un comentario o un gesto desafortunado.
Tras la relación, si os apetece, podéis hablar de cómo ha ido vuestro
encuentro con total naturalidad, pero siempre evitando “valoraciones”
absurdas (del 1 al 10 has estado en un…) o, ¡mucho peor!, comparaciones
que, seguro, sientan fatal (no hace falta ser muy lista para entender
que nombrar a un antiguo amor, después de una relación con tu pareja actual, no es demasiado oportuno).
Tampoco, después de hacer el amor, es momento de intentar resolver
algunas de las cuestiones “prácticas” que tratáis a diario en vuestra
vida en común. Sacar el tema del presupuesto familiar, el colegio de los niños, la necesidad de comprar un coche, un nuevo sofá para el salón… lo dicho, deja la economía para otro momento.
Disfrutad en pareja de ese bonito instante SIN PRISAS. Darse un baño
tras la relación es normal pero salir “disparada” a la ducha no lo es
tanto y puede dar lugar a interpretaciones erróneas. Coger el móvil al
segundo de terminado el sexo para ver tu último whatsapp también
puede sentar bastante mal, lo mismo que ponerte a recoger el dormitorio
como una “posesa” rompiendo todo el encanto del momento.
No siempre es necesario hablar. A veces un gesto de cariño, una
caricia, una mirada son la mejor forma de comunicación y detalles
suficientes para que os sintáis a gusto juntos. Preguntas
típicas como ¿En qué piensas? o ¿Me quieres?… suelen resultar de lo más
cargantes porque puede que, simplemente, a él no le apetezca hablar, en
ese instante relajado, del sentido de la vida. Tampoco es momento
oportuno de sacar temas que requieren una conversación profunda,
sosegada y “objetiva”, por ejemplo plantearle tu deseo de formalizar
vuestra relación casándoos o tu deseo de ser madre… esos temas mejor
hablarlos fuera de la cama.
Puede que después del momento maravilloso que acabáis de experimentar
tengas la tentación de sacar esa cuestión “peliaguda” que sabes que a
él le disgusta… ¡error! Ejemplo típico, todos los temas relacionados con
su familia y en especial con tu suegra. No “aproveches” ese momento
para anular la comida familiar con su madre el domingo, porque lo más probable es que ese instante de intimidad y plenitud, acabe en una discusión.
Por último, si hay algo en vuestra relación sexual que no te acaba de
convencer o que crees que se podría mejorar no se lo hagas saber justo después de hacer el amor, sonaría a reproche y le harías sentir mal. Por supuesto, la confianza es la clave del éxito en las relaciones
de pareja y tenéis que hablar, con tranquilidad, de lo que os gusta, de
vuestras preferencias y fantasías, pero a su debido tiempo, no al
segundo de haber finalizado el acto (¡ponte en su lugar!)
Con cariño, sentido común y una dosis justa de sentido del humor,
disfrutar del “después” es otro placer al que no debéis renunciar....Fuente:Lacoquillita.com
domingo, 16 de marzo de 2014
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