Monte Plata
A los 22 años a Luisa María Figaris le inició un sangrado espontáneo por
diferentes vías del cuerpo. Recién había perdido a su madre y lo asoció
con la depresión profunda que la arropó. Sin embargo, al ver que la
situación empeoraba visitó un médico y allí recibió un terrible
diagnóstico: hepatitis autoinmune ligada a una cirrosis hepática que
solo tendría solución con un trasplante de hígado.
La noticia cayó de manera terrible en la joven que no había sobrepasado
un estado de depresión y, de pronto, se tuvo que enfrentar a esa
realidad.
Dijo que la preocupación inició con la reacción de la hematóloga que, de entrada, no le dijo lo que ocurría.“Ella me realizó una serie de análisis y al verlos me indica
que si me van a operar no necesito seguir con ella y cuando le pregunto
qué tengo, lo que me dijo fue que me iba a referir a un
gastroenterólogo. Cuando voy al gastro me indica otra serie de estudios y
él es quien me dice lo que tengo”, expresó Luisa María.
La hepatitis autoinmune es una enfermedad que provoca que
las defensas del cuerpo ataquen las células hepáticas. No tiene causa
del todo conocida pero generalmente se presenta en mujeres adolescentes o
iniciando la edad adulta, como Luisa María.
Su gastroenterólogo le dijo que requería de un trasplante de
hígado completo y ahí inició un proceso que, aunque para ella fue largo
por la incertidumbre, fue corto frente a los muchos pacientes que
esperan años por un donante.
“Eso para mi familia fue impactante. Cuando te dicen
necesitas de un trasplante, tú dices de dónde voy a sacar para un
órgano, más lo que es recibir la noticia. Es como decirte que
prácticamente tu vida termina ahí”, dijo Luisa María, quien es empleada
privada.
Venciendo el Impacto. A pesar de la afectación emocional, la
realidad estaba ahí y había que enfrentarla porque, según cuenta María
Luisa, la institución donde fue atendida, la Plaza de la Salud, le
ayudaba para poder conseguir el órgano pero no con el costo del
trasplante que era una suma bastante elevada para una familia de escasos
recursos como la de ella.
“Nos reunimos, yo les dije que necesitaba de un trasplante, y
nos preguntamos que qué íbamos a hacer y decidimos que solicitaríamos
ayuda; entonces decidimos ir a los medios de comunicación y publicar lo
que necesitábamos que era tanto el costo del trasplante como el riñón”.
“Yo necesitaba el órgano más un millón 500 mil pesos que costaba el
trasplante. Fuimos a la radio, televisión y así pude tocar puertas, los
políticos, mis amigos de aquí, del pueblo y reunimos el dinero que
necesitábamos para la operación. A parte del monto del trasplante,
también requería dinero para los estudios que también son costosos, pero
gracias a Dios lo resolvimos”, expresó.
Dijo que tenía su seguro médico, pero no cubre ese tipo de procedimientos sino las analíticas cotidianas.
La noticia esperada. Justo cuando pasaron dos meses de su diagnóstico,
Luisa María recibió esa llamada esperada que, aunque representó el dolor
inevitable para otra familia, pasó a ser su única esperanza de vida y
una muestra de compasión invaluable por parte de quienes decidieron
donarle el hígado que requería.
Explicó que a quienes reciben órganos nunca se les dice quién dona si no
los datos generales, y todo lo que ella supo de quien le devolvió las
esperanzas de sobrevivir fue que era un joven de 22 años que había
sufrido muerte cerebral y sus familiares estaban dispuestos a donar sus
órganos a quien los necesitara.
A Luisa María le avisaron a las 2:00 de la tarde y ese mismo día en la
noche se sometió a la cirugía que se extendió por espacio de 14 horas.
“Después del trasplante me sentía asustada, pero al pasar los días mi
vida cambió. Era otra, tenía más fuerza en mi cuerpo, mi semblante
cambió. Tu vida cambia y te conviertes en otro tipo de persona”, afirma
con brillo en los ojos.
Hay que batallar. Luego de la experiencia vivida hace tres años, Luisa
María está convencida de que una noticia de ese tipo debe llevar a las
personas a luchar. Entiende que la depresión solo lleva a dejar los
esfuerzos de lado, cuando en realidad hay una oportunidad para seguir
hacia adelante.
“Yo les exhorto a tener conciencia y arriesgarse, porque Dios es el
único que sabe, no deben tener miedo porque son muchas personas las que
han adquirido otra vida. Si te quedas estancado pierdes la vida y tu
tienes que luchar por tu vida”, asegura Luisa María.
Asimismo llamó a las personas que se enfrentan al dolor de una pérdida
de un ser querido a que comprendan que pueden evitar ese dolor a otros
que tienen la oportunidad de seguir viviendo por esa persona que ya no
pudo seguir viviendo.
En la actualidad María Luisa pertenece a un grupo de apoyo de personas
en espera de órganos y dijo que están centrados en crear conciencia en
las personas sobre la realidad de las donaciones de órganos..............Fuente:hoy.com.do/Por:Sorange Batista
miércoles, 30 de agosto de 2017
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