El veneno está constituido por una compleja mezcla de proteínas que actúan como neurotoxinas qua atacan el sistema nervioso provocando la parálisis. Aunque también puede contener sustancias que dañen la sangre o los tejidos.
Casi todos ellos contienen sustancias predigestivas que atacan el tejido conjuntivo, disgregándolo y facilitando así la difusión del veneno.
Pero, esas sustancias ¿podrían afectar a la propia serpiente?
¿Quién no se ha mordido la lengua accidentalmente? ¿Podría ocurrirle algo parecido al ofidio y causarse a sí mismo la muerte?
Hay varios motivos para que esto no suceda.
En primer lugar, las glándulas salivares del veneno están rodeadas de músculos que se encargan de que las glándulas segreguen veneno de una forma totalmente consciente. Así, no se libera veneno si la propia serpiente no fuerza que esto ocurra, y solamente lo hace en presencia de una presa o en situación de peligro para defenderse.
En algunas serpientes, como por ejemplo en las víboras, los grandes colmillos venenosos están escondidos en un pliegue de la mucosa de manera retráctil y solamente se muestran en caso de necesidad.
Además, las serpientes poseen en su sangre unos anticuerpos específicos contra su propio veneno, un antídoto que corre por sus venas de forma natural.
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