Le llamamos globo porque recuerda al que los niños llevan atado de un cordel por encima de sus cabezas, al encerrar una masa de gas más ligero que el aire.
Le llamamos aerostático para hacer referencia a la aerostática, una rama de la mecánica que estudia los gases que no están en movimiento, en contraposición a la aerodinámica que hace lo propio con los gases que sí lo están.
Bueno, eso está muy bien. Pero ¿cómo funciona? ¿cómo maniobran los pilotos?
Ya adelantamos que gracias al principio de Arquímedes, gracias a la diferencia de densidad del aire del interior del globo con respecto al aire del exterior.
Efectivamente, unos quemadores calientan el aire del interior del globo, las moléculas se expanden y ello resulta en una menor densidad. Al ser menos denso, pesa menos que el aire exterior y por ello recibe una fuerza de empuje hacia arriba que hace ascender al globo.
De ahí su enorme tamaño, para que el empuje sea suficiente para elevar también el quemador, la barquilla y el pasaje.
El globo subirá y subirá hasta llegar a un punto en el que la densidad del aire del interior y del exterior del globo se igualen (a mayor altitud menor densidad del aire). En ese punto dejará de elevarse.
Para descender, la densidad del aire del interior del globo debe ser mayor que la del aire exterior, lo que se consigue dejando que el aire caliente se vaya enfriando.
Este manejo de las densidades es la tarea del piloto del globo que, gracias al quemador puede controlar la temperatura del aire de interior y así controlar la altitud de la aeronave.
Lo del desplazamiento es otra historia.
El globo se desplaza gracias a las corrientes de aire y, al variar la altitud, el piloto puede escoger la fuerza y dirección de la corriente, dentro de las posibilidades disponibles.
Por ello es muy importante estudiar las corrientes previamente al vuelo.
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