Reyes recibió una condena de entre tres y nueve años en la cárcel y el juez negó la posibilidad de que sea tratado como un menor de edad ya que, a pesar de tener 17 años cuando arrolló a la niña en junio de 2013, más tarde cometió otros dos crímenes, incluyendo un robo a un departamento y el intento de escapar de la Policía.
En la corte, las palabras finales de la madre de Ariel y de su abuela, quien también fue herida en el accidente, intentaron hacer recapacitar al condenado. “No has pedido disculpas, no has mostrado remordimiento”, dijo Sofía Gutiérrez Russo, de 29 años y quien trabaja como profesora. “Esto es algo que quiero que pienses en tu tiempo en prisión. ¿Por qué estás acá? ¿Vas a terminar tus acciones imprudentes y vas hacer algo con significado en tu vida? Tú puedes usar tu experiencia para prevenir esto, para hablar con jóvenes de la importancia de obedecer leyes de seguridad”.
Más tarde, Reyes, quien vestía un traje presidiario color café, sacó un pequeño papel amarillo arrugado y leyó unas breves palabras: “Lamento profundamente el dolor que he causado. Yo cargaré esto por toda mi vida”.
Antes, la madre de Ariel también habló de los sentimientos que vive su familia. “Necesito que mis hijos vean que tú estás tratando de hacer algo positivo con tu vida cuando salgas. No quiero que ellos te odien en el corazón como lo hace mi marido”, dijo Gutiérrez en la corte. “Se lo debes a Ariel”.
El padre de Ariel se mantuvo en silencio y no habló ni en la corte ni afuera de ésta. Pero quien sí se refirió al tema fue Katia Gutiérrez, la abuela de Ariel. “Mi corazón está roto en un millón de partes. Cada vez que voy a dormir, me pregunto por qué pasó, deseando que hubiera sido yo la que falleció”, comentó Gutiérrez. “Este no fue un accidente. Tú violaste la ley”.
El juez Gregory Carro leyó la sentencia y explicó que los hechos posteriores al choque son los que harán que Franklin Reyes sea tratado como adulto y tenga en su hoja de vida este antecedente criminal.
El joven fue atrapado con su padre saqueando un departamento donde había muerto el inquilino. Además, fue detenido manejando posteriormente. Después de eso, en septiembre, se quejó de dolores en el pecho y fue llevado al hospital, des donde intentó escapar de los policías.
Antes de terminar la sesión, el juez Carro tuvo palabras dulces para los parientes de Ariel. “Esa luz todavía brilla desde lo alto”, dijo, mientras los padres de la niña lloraron y se abrazaron.
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