sábado, 16 de octubre de 2010

Incertidumbre por la desaparición de inmigrantes.


Tucson/EFE — El limbo en el que quedan los casos de personas desaparecidas en su intento por cruzar la frontera alarma a representantes consulares y activistas, además de dejar a muchas familias en la incertidumbre.

"Yo sé que mi hijo está vivo, dentro de mi corazón lo siento", dijo a Efe, Fermina López, una inmigrante guatemalteca que desde hace tres meses no ha dejado de buscar a su hijo, Nelson Omar Chilel López, de 13 años.

La última vez que la inmigrante escuchó la voz de Nelson fue el pasado 6 de julio cuando la llamó para decirle que se encontraba en la población fronteriza de Altar, en Sonora (México), a punto de cruzar la frontera con ayuda de un traficante de humanos.

Sin ningún familiar en Guatemala, el menor que cursaba el sexto de primaria pasaba muchas horas en las calles, ya que su madre le enviaba el poco dinero que podía para que pudiera vivir con una vecina.

El niño pequeño que López había dejado cuatro años atrás era ahora un adolescente por lo que la madre tenía miedo de que se uniera a las pandillas.

Por este motivo López aceptó que su hijo viajara hacia "el norte" en compañía de una mujer conocida de su pueblo con la esperanza de que se reuniera con ella en Phoenix, Arizona.

El pasado 15 de julio, López recibió una llamada del traficante de humanos en la qué éste le informó de que su hijo no había "llegado" ya que la mujer que lo acompañaba "no aguantó" el cruce en el desierto y el menor decidió quedarse junto con ella para acompañarla.

Desde entonces la madre ha buscado a su hijo incesantemente sin ningún resultado y ha recurrido a los consulados de Guatemala y de México en Arizona para solicitar ayuda, ya que el menor lleva consigo una acta de nacimiento que lo identifica como mexicano.

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