jueves, 14 de octubre de 2010

Hay un hombre mucho más bajito en el mundo.


Katmandú, (EFE).- El nepalí Khagendra Thapa Magar, de 67,08 centímetros de altura, se convirtió hoy, al cumplir 18 años, en el hombre vivo más bajo del mundo según el Libro Guinness de los récords, con lo que desbanca al colombiano Edward Niño Hernández.
Khagendra, que pesa seis kilos y medio, celebró hoy su cumpleaños en una ceremonia en la localidad de Pokhara, a unos 200 kilómetros de Katmandú, que contó con presencia de numerosos medios y fotógrafos.
“En los últimos días, Khagendra ha estado diciendo que ya es un hombre. Estoy muy feliz con el reconocimiento”, explicó hoy a Efe su padre, Rup Bahadur, orgulloso del título conseguido por su hijo.
Durante dos días, el enviado del Libro Guinness Mauro Frigatti ha sometido al joven nepalí a varias pruebas médicas, para determinar las condiciones físicas de Magar antes de proceder a entregarle el certificado acreditativo.
El nepalí es tres centímetros más bajo que su antecesor, el colombiano Édward Niño Hernández, quien se aupó al récord en septiembre por la muerte del chino He Ping Ping, víctima en el mes de marzo de un ataque al corazón.
Pese a la felicidad por el triunfo de Khagendra, su madre, Dan Maya Thapa Magar, ya ha advertido de que el pequeño nepalí necesitará ayudas oficiales, preocupada por lo que será de él en caso de no contar con el apoyo de sus padres.
Khagendra fue descubierto hace cinco años por Min Bahadur Rana, un empresario, y ha sido centro de atención en ferias y acontecimientos por todo el país, donde no faltan los hombres de negocios que han estado dispuestos a pagar por exhibirle.
“Este es el final de un viaje que empezó hace cinco años”, declaró exultante el empresario.
Rana solicitó el reconocimiento del Guinness hace ya algún tiempo, pero los responsables de la publicación condicionaron la concesión del récord a que Khagendra fuera mayor de edad.
Khagendra, que al nacer pesó 600 gramos y cabía en la palma de una mano, empezó a caminar a los ocho años y dejó de crecer a los once. Todavía hoy, cuando habla, sus palabras son solo comprensibles para los miembros de su familia.
Y según su propia madre, el nuevo plusmarquista lleva dos años repitiendo que quiere casarse, síntoma inequívoco de que ha llegado a la madurez.
“Si le presentamos a niñas pequeñas y le preguntamos que si le gustan, nos dice que no. Pero si le enseñamos a mujeres jóvenes dice que quiere casarse con una de ellas”, explicó a Efe su madre, Dan Maya.

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